En el sector público son frecuentes los actos de discriminación de las personas en situación de pobreza que reciben malos tratos al solicitar un trámite, se les hace esperar por horas y como si se tratará de ciudadanas o ciudadanos de segunda clase, pocas veces les reciben en sus oficinas “los altos funcionarios”.
Sin embargo, en temporada electoral son los principales destinatarios y al mismo tiempo protagonistas de su propaganda.
Esto lo traigo a colación, porque esta semana me encontré con una desafortunada publicación en Facebook, en la que un actor político promocionaba la entrega de paquetes de alimentos, y exhibe una serie de fotografías de una persona en situación de indigencia, comiendo justo después de recibir uno de esos apoyos.
Una escena lamentable, no sólo porque la legislación señala que todos tenemos derecho a un trato digno y que debe haber un consentimiento informado, para las difusión de nuestra imagen, sino además porque este tipo de publicaciones no pretenden hacer una denuncia social para urgir soluciones, más bien están hechas para la promoción personal, a partir de la exhibición despiadada de la necesidad de los otros.
No juzgo las motivaciones políticas, pero ya sabemos como termina la historia: en muchas ocasiones quienes organizan este tipo de actos “altruistas” una vez que logran sus objetivos, se niegan a atender a las personas con las que se fotografiaban en la campaña y representar sus intereses legítimos, lo que es más grave
Aunque algunos no lo crean, la ética es fundamental incluso en las campañas políticas y se debe tratar a las personas siempre con dignidad y respeto. Quizá como ciudadanía no podemos influir en el contenido de la propaganda electoral, pero lo que sí podemos hacer es tener una mirada muy crítica de lo que se publica en las redes sociales, en especial cuando nos encontramos con publicaciones en las que “usa” a los que menos tienen, como trampolín electoral, y llamar la atención cuando haga falta