Son una de las tradiciones con más arraigo en el pueblo de México, las festividades de “Semana Santa,” terminan las vacaciones y con estas las visitas a la diversidad de pueblos en los que se protagonizan las procesiones y representaciones sobre el martirio, muerte y resurrección de Jesús. Los visitantes extranjeros en el pasado se han visto atraídos por las celebraciones religiosas en este país como se registra en el capítulo XIX dedicado a Tres Fiestas Religiosas… del libro MÉXICO hacia 1850:
-En casi todas las naciones, las festividades populares tienen íntima relación con los ritos religiosos. Tales ocasiones ofrecen la mejor oportunidad de estudiar las maneras y costumbres de un país. En México, las festividades religiosas tienen un carácter peculiar; esto se debe a que en cierto modo se han conservado los hábitos de los aborígenes, entremezclados curiosamente con las ceremonias religiosas tal como estas se practican en Europa, Sin embargo, estas particularidades no deben buscarse mayormente en las ciudades sino más bien en el campo…-
“Ahora vayamos a un pueblo minero de la sierra para asistir a un festival tal como lo era antes con su pompa de antaño…
Ha comenzado la semana santa los fieles se ocupan desde la mañana hasta la noche en cumplir los deberes que les impone la Iglesia… Con el objeto de crear en las conciencias un estado mental solemne y propicio desde muy temprano hasta muy tarde se está escuchando la música más lúgubre que se haya oído en el pueblo…
El jueves, las autoridades eclesiásticas lavan los pies a los pobres para recibir este honor se prefiere a los ciegos. Luego se oficia la última misa solemne en señal de que Cristo ha sido traicionado y hecho prisionero; la llave del tabernáculo que contiene la hostia, atada con una ancha cinta se cuelga alrededor del cuello del alcalde del pueblo; de esto se encarga el sacerdote… Por la tarde cambia la apariencia del interior de los templos; los altares son cubiertos con velos negros y a cada lado del altar principal se erigen los llamados monumentos, pirámides formadas con ciprés y pino…” Carl Christian Sartorius
Regresando a Tulancingo en el siglo XX, la ciudad durante la semana santa era el paso de gran cantidad de automóviles que se dirigían a Tampico, Tuxpan y Tecolutla, los servicios religiosos se efectuaban principalmente en la Catedral, permanecían abiertas La Merced, Los Angelitos y la Villita las imágenes eran tapadas con telas de color morado, del mismo tono era la ropa de las imágenes y los sacerdotes. Era notable el número de veladoras, y el clima era invariablemente nublado durante el jueves y viernes.
“Las fiestas más solemnes en Tulancingo, han sido las del Jueves Santo y el Corpus, para las cuales se levantan en las plazas chozas en que se expende agua fresca; los jóvenes se acicalan y las niñas estrenan trajes. Hay oficios en la Catedral y el Jueves Santo bendiciones de los santos óleos con enorme concurrencia: en ese gran día del cristianismo se visitan los monumentos, llena las calles lucida concurrencia se ven trajes ricos y variados, talles graciosos y elegantes peinados Las iglesias se adornan con aguas de colores, macetas, abundantes flores y la mucha cera que arde en los altares. Las procesiones eran muy solemnes y los monumentos ricos y bien adornados, causaban el entusiasmo de la multitud; la luz, los espejos, la plata labrada tienen singular atractivo, y las gentes entran y salen se atropellan y se molestan…” MÉXICO, PINTORESCO Y MONUMENTAL, 1883
Hasta el próximo viernes.