·     Fin de Marcelo: ni confianza presidencial ni nada

·     Ni candidatura, ni Senado, ni cargos en el futuro

·     Se preparan cambios en Morena y en el gabinete

En privado, Cuauhtémoc Cárdenas hizo un balance de su derrota en 1988:

-Simplemente se faltó a la palabra y se traicionó a la democracia.

-¿Y qué va a hacer ahora?

Su respuesta ligada a la memoria:

“Pues tenemos medido el destino de movimientos similares: en estos casos el flujo social muestra ascensos rápidos y alcanza su máximo al momento de las elecciones.

“Luego el ánimo decae. Viene un descenso natural causado por el desánimo, el cansancio y la sensación generalizada de haber sido inútil el voto y tanto esfuerzo para enfrentarse al régimen.

“En nuestra situación no puede ser diferente. El tema será ver qué hacemos, cómo nos organizamos, cómo conservamos simpatías y hacerlas incidir por la vía institucional en el futuro”.

El encuentro nocturno fue en la casa de un periodista al oriente del entonces Distrito Federal y ahí Cárdenas bosquejó la tarea en curso encabezada por él y Porfirio Muñoz Ledo:

-Aglutinar a Partido Socialista Unificado de México (PSUM), al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT) de Heberto Castillo, el Ferrocarril de Rafael Aguilar Talamantes, PARM y demás siglas.

Todo devino en el PRD y su símbolo de sol huichol.

ADIÓS

SENADO

Aquel era un movimiento muy fuerte.

Puso en jaque al partido gobernante (PRI) y el triunfo de Carlos Salinas, luego avalado por Alberto Anaya como representante “de todas las fuerzas de izquierda”, según dijo el presidente electo.

Marcelo Ebrard parece emular aquella hazaña, pero con menos fuerza.

Ha decidido ganar tiempo, a sabiendas del inminente llamado al orden desde Palacio Nacional o Gobernación mientras mide con cuántos leales cuenta y sobre todo el riesgo de romper con López Obrador.

Pero hay un dato de fondo entre ambos personajes narrado aquí el 7 de septiembre en la columna ¿Te acuerdas, Andrés? Te di la candidatura en 2011: la pérdida de confianza.

Y sin confianza no hay ni candidatura presidencial ni liderazgo del Senado y quién sabe si ni acomodo en el próximo gobierno, en caso de ganar o su impuesta Claudia Sheinbaum con operación de Estado.

Si acaso, si se reescribe la historia, un partido más.

ADÁN Y

MARIO

1.- Ayer Mario Delgado desmintió su inminente remoción como dirigente de Morena.

En la agenda política está sustituirlo con Adán Augusto López para, como dijimos ayer aquí, manejar el partido, la campaña de Claudia Sheinbaum y como candidato presidencial sustituto.

Y si no entra al relevo, para el ex secretario de Gobernación sí habrá un cargo relevante en el próximo sexenio. 

El reparto de responsabilidades comenzará a desenredarse tras el regreso presidencial.

Y 2.- Sonora, dicen los números, es el estado fronterizo más rezagado en el nearshoring.

No se atraen suficientes inversiones -ni cómo emular a Nuevo León con una planta Tesla– y entre los factores adversos se anota la actitud del dirigente cetemista Javier Villarreal.

El se ha lanzado por la reelección a pesar del rechazo del sector privado, cuyas cámaras reclaman injerencia del gobernador Alfonso Durazo para facilitar el despegue económico.

Tiene la clave: más atención al estado y menos grilla morenista.

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