Uno de los términos más escuchados en los medios de comunicación en México, a últimas fechas es el de la llamada “gentrificación”. Dicho término alude al encarecimiento generalizado de la vivienda, servicios e insumos en el país, debido a la inmigración de ciudadanos de países desarrollados residentes en México.
A la gentrificación, es atribuido el hecho de que en zonas consideradas de un poder adquisitivo relativamente alto desde hace décadas (como la zona Roma-Condesa en la CDMX), el alquiler sea cada vez menos costeable para la población capitalina; o que en centros turísticos del país, como la Riviera Maya, Mazatlán o los pueblos mágicos del Estado de Oaxaca, la presencia de extranjeros altere las dinámicas sociales, económicas y culturales de dichos lugares.
Los grupos izquierdistas, apelan al término gentrificación como un método legítimo, para manifestar un rechazo (producto de motivos ideológicos) hacia los extranjeros provenientes del primer mundo, profiriendo discursos con tintes xenófobos y obviando el sin fin de razones por las cuales, existen las problemáticas que el progresismo atribuye exclusivamente al fenómeno de la gentrificación.
A lo largo del siglo XXI, México se ha consolidado como uno de los principales polos turísticos a nivel mundial, y la afluencia turística de la que hoy goza el país, representa en la actualidad uno de sus principales motores económicos.
De igual manera, la integración de México a los mercados internacionales, la globalización y el logro de tratados internacionales y acuerdos de mutua cooperación con economías desarrolladas, han hecho del país un destino de emigración atractivo para personas de muchos orígenes.
Si bien, las características sociales del país aún no son propicias para recibir una migración de grandes proporciones, el panorama internacional hace imposible la homogeneidad de la población en México que existía hasta hace menos de dos décadas.
Y la preocupación de los progresistas en torno a la llamada “gentrificación”, no es más que una excusa para externar su resentimiento en contra de los ciudadanos nativos de naciones con una situación más favorable.