En México no tenemos la tradición de dejar plasmado en papel, las experiencias que han tenido algunos personajes de la vida pública. Este vacío no permite aprovechar las experiencias de personajes claves. Al contrario que en las sociedades anglosajonas, en México no hay un gran público para las biografías.
La historia de vida de las figuras públicas, suele ser ilustrativas por varias razones. En el mundo de la política, por ejemplo, ayudaría tener la experiencia en momentos claves de nuestra construcción democrática.
Ahí personajes fundamentales de esta etapa, podrían haber dejado un legado importante en libros que sirven de base para un debate o simplemente para dejar una opinión del camino andado. Es decir, tener un elemento en papel, que ayude a comprender que el camino que se tiene que recorrer para logar cambios en las sociedades, es complejo.
En este contexto, el canciller Marcelo Ebrard presentó un texto donde cuenta que dos veces se ha hecho a un lado para despejar el camino a Andrés Manuel López Obrador. La primera sucedió en el año 2000, en el contexto de las elecciones para el Gobierno de Ciudad de México, donde ambos se postularon para ser, por distintos partidos, alcaldes de la capital.
Y la segunda ocurrió en 2011, cuando ambos querían la candidatura presidencial del Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definiría mediante una encuesta para medir qué político era el mejor posicionado.
En las dos ocasiones, según la versión de Ebrard “se quitó para dejar pasar” a López Obrador, en un esfuerzo por demostrar que lo suyo es saber esperar, ser paciente, mantener la unidad y honrar su palabra.
Más allá de la veracidad de esas líneas, parece saludable que un actor político cuente su versión. Preferible ese instrumento que otros de menor estatura. Por tanto, hay que fomentar la extensión de estos instrumentos propios de un debate de altura.
En cuanto al canciller, en su libro se muestra como un político paciente que sabe esperar los tiempos. Incluso narra que en 2012 se dijo para sus adentros “los Pinos pueden esperar”. Se refería a la sede del Gobierno, donde despachaba el presidente de México.
Esa cualidad –según dice Ebrard- le ha permitido fortalecer su relación con López Obrador, de quien ha sido desde colaborador —en sus gabinetes en la capital y el federal—, hasta coordinador de campaña. “Nos conocemos a fondo, nos confiamos proyectos y cumplimos la palabra”, señala. “Creo que lo que nos ha mantenido juntos es una relación de confianza (jamás nos hemos mentido) y el respeto mutuo, algo que también es una rara avis en la política, porque ha sido mi jefe, pero también hemos llegado a competir, como en la encuesta de 2011, que definió al candidato presidencial de las izquierdas del 2012. Y jamás hubo de parte de ninguno de los dos, un golpe bajo o una traición”.
Esta lealtad, todo parece indicar, está a punto de rendir frutos en una posible postulación de morena en la elección presidencial de 2024. Solo el tiempo nos ayudará a saber, si tanta paciencia rinde frutos en las aspiraciones del canciller.