Estaba leyendo mis viejos textos y entre ellos me reencontré con este poema:

“Las personas nos enamoramos de cosas inexplicables en la vida: de una bella sonrisa, una hermosa mascota, de un buen beso o un gran poema. Nos enamoramos de la cortesía, de la caballerosidad, de una buena charla o un buen danzón. La mayoría de las personas nos enamoramos de los detalles, de las molduras, de un recuerdo o un buen cuerpo. Nos enamoramos del instante y vivimos enamorados del ayer”.

Bajo esas palabras de afecto y melancolía, y habiendo tenido la reciente celebración del “Día de Muertos”, me resultó interesante explicar la frase coloquial referente al danzón, inspirada por supuesto en todas las presentaciones culturales que se llevaron a cabo dentro y fuera de la ciudad.
A decir verdad, estas fechas son de las más celebradas por todo el país y la más reconocida a nivel mundial. ¡A mí me encantan porque se vive el folklore plenamente!
De antemano, sabemos que el folklore mexicano es el resultado de las mezclas producidas por la llegada de personas de otros países, en distintas épocas a nuestro país. Al respecto, de las cosas más destacadas de estas migraciones son las costumbres y tradiciones, que la población sigue festejando aún fuera de su país de origen y que con el tiempo, refiriéndonos específicamente al nuestro, los mexicanos como nuevos portadores o anfitriones las hemos ido adaptando.
Es así como a mediados del siglo XIX, el danzón llega a México, entrando justamente por las costas del Golfo y el Caribe.
El danzón es un baile de salón de influencia francesa y cubana. Y en nuestro país, se convierte rápidamente en una expresión cultural y popular, debido a que fomenta la sana convivencia social a través del baile. Evidentemente, aquí adopta un estilo propio, pero sigue conservando la elegancia de Francia y la alegría de Cuba.
Ahora, ¿por qué el danzón es popular durante el festejo del Día de Muertos?
Recordemos que uno de los símbolos más importantes para estas fechas es la catrina, del artista José Guadalupe Posada, la cual representa los placeres de la vida después de la muerte, aunque también tiene un sentido de sátira, de una sociedad burguesa durante el Porfiriato.
Entonces si tomamos en cuenta que el danzón nos habla de esa elegancia, tanto de postura como en ropaje, la descripción de la catrina combina perfecto. Y si hablamos de baile, este lo podemos describir como uno de los placeres transitorios más inocentes, que alguien pueda tener.
El baile evoca la esencia de la vida en un par de movimientos ejecutados en solitario o acompañados. Es aquí donde la frase “hay que echarnos un buen danzón”, se refiere más a ese movimiento de alegría y libertad que nos aparta de los trabajos cotidianos, de las responsabilidades, pero que al mismo tiempo forma una relación natural entre las personas. A grosso modo, una felicidad que trasciende.

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