[Continuación del artículo publicado el martes 10 enero del 2023]
La magia actual en la zona parisina del “Quai de Hôtel de Ville”, se basa en la iluminación nocturna. Las tiendas departamentales de la calle de Rivoli, la proximidad con el Río Sena y por supuesto el Ayuntamiento con el mismo nombre, que como dato curioso, es el edificio municipal más grande de Europa.
Para iniciar este recorrido cultural y turístico, aplicaré la frase de “si hay magia en este planeta, debe estar contenida en el agua”, y como en la ciudad de París el agua predominante es la que lleva a lo largo el Río Sena, comenzaremos entonces por el atractivo del “Puente de Arcole”.
Este puente es importante, pues es el que conecta al Ayuntamiento de París “Hôtel de Ville”, con la Catedral de “Notre-Dame”.
Fue el primer puente de la capital en construirse totalmente de hierro forjado, ya que los demás los habían hecho de hierro fundido. Además, tomando en cuenta la historia de nuestro artículo anterior, para los parisinos, este puente está íntimamente ligado a la liberación de París en la Segunda Guerra Mundial, porque fue a través de el, por donde entraron las tropas de la Segunda División Blindada en 1944, comandada por el General Leclerc.
Continuando desde el “Puente de Arcole” y cruzando toda explanada frontal del “Hôtel de Ville”, en el lado opuesto se ubican los almacenes “BHV Marais”.
Su nombre es por las siglas de “Grand Bazar de Hôtel de Ville”, que desde el siglo XIX se convirtió en un lugar fructífero para el comercio.
Se posicionó como el mayor y mejor mercado del mundo debido a su amplia variedad de productos, dicho en otras palabras, es ahí donde puedes encontrar desde perfumes, joyas, libros y vestimenta para toda la familia, hasta productos gourmet, accesorios para autos, bicicletas y juguetes, así como una vasta variedad para artículos del hogar.
Mi primera experiencia con estos almacenes de “BHV Marais” fue al mudarme a París.
Como cualquier persona que recién se muda, quiere ver su vivienda bonita, y como el “studio” en el que vivíamos Mau y yo era algo “vintage”, por no decir viejo, decidimos “enchularlo” un poquito más.
Un día, decidimos comprar una cortina de baño, no de las plásticas, sino de tela, pues son esas las que puedes meter a la lavadora sin problema. Con ello, decidimos salir de compras y recuerdo muy bien esos días, porque cada que necesitábamos algo lo hacíamos juntos; parecíamos pareja.
Cuando llegamos a estos almacenes, lo primero que nos puso en jaque fue el poder expresarnos y pedir informes de algo que nos gustaba en el idioma francés.
Cada que lo lográbamos nos felicitábamos el uno al otro; eso era increíble. Pero también es muy común que en las tiendas departamentales te ofrezcan la membresía o, dicho en palabras francesas, “la carte fidélité”.
Entonces aprovechábamos la atención del servicio al cliente y practicábamos mucho con los empleados nuestro francés. A decir verdad, no sé cuántas membresías obtuve en París, no solo de BHV, sino de muchas otras tiendas; de tener la confianza y valentía de charlar con los empleados me resultaba práctico, así que siempre acababa en las cajas de servicio al cliente, con una nueva “carte fidelité”. Y al final, si obtuvimos una cortina linda.
Para finalizar, en los alrededores de “Hôtel de Ville” y sobre la calle de Rivoli, encontramos también restaurantes y cafeterías que además de ofrecer lo típico para el turista o el local, se vuelven un punto de descanso o paradero para cuando te citas con alguien más. Normalmente, en la explanada del ayuntamiento puedes apreciar a las familias andar, a parejas y turistas tomándose fotografías, pero también sentado puedes apreciar a los artistas callejeros; a veces cantantes, magos y danzantes que son lo popular