El nuevo aeropuerto internacional de Ciudad de México, ubicado en el emplazamiento del aeródromo militar de Santa Lucía, será inaugurado este lunes con el nombre de un héroe de la Revolución mexicana, el general Felipe Ángeles.
Se trata de una de las obras más importantes impulsadas por la Administración de Andrés Manuel López Obrador tras una consulta popular en octubre del 2018 en la que la ciudadanía votó si seguir construyendo el aeropuerto de Texcoco, que era un proyecto del Gobierno anterior, o darle continuidad al aeródromo militar habilitándolo también como un espacio comercial.
Los que dieron su voto de confianza a esta megaestructura celebran hoy su inauguración, no así los que creen que no fue la mejor decisión.
En opinión de un transeúnte, no valía la pena construirlo, ya que está “muy lejos y no hay más que ocho aerolíneas que no hacen más que vuelos nacionales”. Otro critica el proyecto “porque generó un gasto adicional de lo que ya estaba hecho”. Sin embargo, otras personas creen que ha sido una “buena inversión”.
Días antes de la inauguración, algunos medios afirmaron que la construcción había sido un 36 % más cara de lo inicialmente presupuestado, una información que ha sido desmentida por el Gobierno federal. Según una portavoz oficial, “se trata de un aeropuerto moderno construido por ingenieros militares en tiempo récord, a un bajo costo y con la más avanzada tecnología”.
La terminal aérea apuesta por ser también un corredor cultural. Habrá un centro comercial con restaurantes, cines, exposiciones, zonas de comercio y de juegos para niños.
Uno de los temas que más ruido ha generado en torno a este segundo aeropuerto capitalino es su lejanía y la falta de rutas para poder llegar al mismo, ya que los autos de aplicación no podrán recoger pasajeros y de las seis obras de conexión previstas, apenas cuatro fueron terminadas. No obstante, desde la Secretaría de Gobernación aseguraron que las rutas faltantes se completarán antes de que concluya la Administración actual.
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