Una vez más ante los hechos suscitados días anteriores; me permito hablarles sobre la Interrupción Legal del Embarazo (aborto), los movimientos “Verdes”, los “por-vida” y toda esta locura de la que todos y todas hablamos, defendemos o no.
Escucho y veo muchos comentarios criticando los hechos vandálicos de los grupos feministas “a favor del aborto”. En parte son acertados y en parte son agresivos.
Primero es necesario aclarar (las veces que sea necesario) que el origen de los movimientos no son “a favor del aborto”; de allí que lo correcto es Interrupción Legal del embarazo; es decir, no es que se promocione el aborto como si se promocionaran golosinas gritando “¡Llévele, llévele!. Esta idea es la que ha hecho del movimiento un caos. Es más bien entender que los abortos han, son y serán, y que el peso legal, social, religioso y familiar, coloca a la mujer que decide este acto en calidad de delincuente, pecadora, no merecedora, etc. Y en casos extremos la mata.
El movimiento en sí lo que propone es la “despenalización” del aborto, es decir que la mujer que decida interrumpir su embarazo no tenga que exponer un motivo “valido” legalmente para que no sea castigada con cárcel (Artículo 155.- A la mujer que aborte, interrumpiendo su embarazo o que consienta en que otro se lo interrumpa, se le impondrá de uno a tres años de prisión y multa de 10 a 40 días. Igual pena se aplicará al que haga abortar a la mujer con consentimiento de ésta.)
De allí que las mujeres que necesitan o deciden interrumpir su embarazo se vean obligadas a recurrir a métodos abortivos que ponen en riesgo su salud; entonces la presión social que hacen los movimientos es para que las mujeres en un acto de decisión voluntaria puedan acudir a centros de salud (ya sea públicos o privados) e interrumpir su embarazo con métodos seguros.
Lo que ha pasado es que algunos de los grupos feministas “pro-aborto” y “los pro-vida” han ocupado como estandarte político un discurso que parece que promueve el aborto; que incita a las mujeres a embarazarse y abortar. Y eso ha llevado a que intereses políticos, económicos y hasta religiosos se escuden de las marchas y el movimiento en sí.
Ahora bien, eso de las pintas tiene otro punto que analizar: y es la violencia de género. Se juntan la exigencia de la libertad de expresión y el enojo por la violencia que sufren (sufrimos) la mayoría de las mujeres en algún punto de nuestras vidas. Y mucho también por los feminicidios y desapariciones. Entonces en la euforia de la masa se cometen actos vandálicos, sí. Y también se visibiliza, se hace escuchar.
Es decir, mi postura no es para aplaudir ni para reprimir estos actos; es para provocar mayor conciencia de los verdaderos motivos de las marchas y el movimiento.
Se busca erradicar la violencia contra las mujeres, justicia a las desaparecidas y victimas de feminicidios, la libertad de la mujer para la Interrupción legal del embarazo y en general para reestructurar al sistema en igualdad.
Juzgue usted informadamente. Apoye usted objetivamente.