El pasado sábado 13 de abril, las alarmas se encendieron alrededor del mundo, debido a un ataque con drones y misiles balísticos llevado a cabo por la República Islámica de Irán, en contra del Estado de Israel.
En la ya de por si convulsa región de Oriente Medio, la escalada de tensión generada por la agresión iraní fue tal, que potencias occidentales como los Estados Unidos o el Reino Unido, tuvieron que participar en la defensa aérea de Israel y evitar un resultado catastrófico.
Por fortuna, el sistema de radares antimisiles de Israel (la llamada “Cúpula de Hierro”) y el apoyo de sus aliados, logró repeler con notable éxito, la enorme ofensiva perpetrada por Irán, cuyas autoridades alegan, se trató de una respuesta a un presunto ataque israelí hacia el Consulado de Irán en Siria, ocurrido el pasado primero de abril (del cual las autoridades israelíes no han reconocido la autoría).
Las tensiones entre Irán e Israel, tienen una larga data, puesto que a partir de la revolución islámica de Irán en 1979, el régimen teocrático de los Ayatolás (basada en la ley Sharía), ha desconocido la legitimidad del estado judío y ha fungido, como uno de los némesis más activos y hostiles en contra de Israel y sus aliados.
Irán, cuna del Imperio Persa y otrora potencia hegemónica en Oriente Medio, es en la actualidad un país profundamente belicista y regido por los principios del Islam Chiita, lo que lo ha llevado a financiar el terrorismo en la región, generar inestabilidad política en varios países y enemistarse con potencias del Islam Sunita, como Arabia Saudí; por lo que ahora es una nación aislada y sin apenas aliados que pudieran respaldarle en una eventual guerra con Israel.
A pesar de tener un territorio, población y recursos mucho más grandes que Israel, la ventaja tecnológica y militar de este último hace inviable para el régimen de los Ayatolás, una guerra directa en su contra, por lo que se han limitado a lanzar un ataque aparatoso pero controlable con miras a no ser respondido por Israel.
La última palabra la tiene el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien decidirá próximamente cuál será la represalia de Israel en contra de Irán.