El día de ayer se conmemoró un año más de la promulgación de nuestra Constitución y me parece que ante la inminente solicitud de reformas, es necesario hacer diversas apreciaciones respecto a nuestra máxima norma.

En primer punto, es importante resaltar que la Constitución es la norma a la cual todos nos debemos como nación y la que incluso se protege a si misma. No es viable verla como las hojas insertas en un libro, sino como la serie de principios que crean nuestra nación, como un país democrático.

En tal sentido, si bien se pueden hacer modificaciones a la misma, nunca se podrá modificar la esencia democrática de nuestra constitución puesto que, ello es el principio que la rige.

Del mismo modo, pensar en la Constitución es sostener no solo la limitante del poder sino la base de toda acción de autoridad que impide el uso arbitrario de la fuerza del Estado y que salvaguarda no solo la soberanía sino la democracia incluso de los ataques interno que pudieran surgir.

Sin duda, la Constitución es la base de nuestra nación y es obligación de todos como sociedad protegerla y respetarla, ya que los principios establecidos en la misma son los principios de nuestra nación.

Debemos de comprender que toda autoridad se encuentra limitada y constreñida en su actuar a lo mandatado por la Constitución y que solo de esa manera, podemos tener una nación apegada a derecho con justicia social.

En tal sentido, no existe una idea de un poder superior a los demás ni de una autoridad mayor ya que, todos los poderes y servidores públicos se encuentran subordinados a una Constitución que dicho sea de paso fue creado desde el sentimiento mexicano como una respuesta a nuestras necesidades posrevolucionarias y que hasta hoy rige los principios nacionales y vela por la democracia y la justicia en nuestro país.

juanfer_lm@jfg

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