Uno de los temas más recurrentes de cara a las próximas elecciones del 2 de junio, es respecto al futuro de la democracia en México. Desde la oposición se ha vendido la idea de que una continuidad del actual régimen, representaría irremediablemente el fin de la vida democrática mexicana, como se conoce al día de hoy y que la totalidad de las instituciones en el país, corren peligro.
Además, se ha llegado a insinuar que una derrota por parte de la coalición opositora, sería consecuencia inequívoca de una “elección de estado” y que el triunfo de la candidata oficialista, es imposible que se pueda dar de una forma plenamente democrática.
La campaña alarmista que ha llevado a cabo la hoy fracción opositora, en torno al posible fin de la democracia no es reciente: ya desde el 2006 había sido utilizada el presunto peligro de la continuidad democrática, como uno de los ejes discursivos que llevó a la presidencia al ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. La campaña fue retomada con fuerza en 2018 y pese al escaso éxito que desde entonces ha tenido, en este proceso electoral la oposición ha vuelto a echar mano de las mismas premisas sobre el actual régimen: “México caerá en una nueva dictadura”, “Ahora sí, México será como Cuba o Venezuela”, “si no gana la oposición, es porque ya hay un régimen autoritario”; entre otros tantos supuestos con los que se pretende amedrentar al electorado, para que este se decante por su coalición.
Dada la situación de México como vecino de EE.UU., la economía de libre mercado garantizada por el Tratado de Libre Comercio y las características constitucionales del presidencialismo en México, una dictadura similar a las de Venezuela y Cuba es prácticamente imposible de instaurar en el país; además, la oposición ha insistido tanto en la campaña alarmista que actualmente tiene muy poca influencia sobre las convicciones del electorado.
Si bien, se debe pugnar por la división de poderes en el país, insistir la fragilidad de la democracia en México, es en el menor de los casos, ingenuo por parte de la oposición, y el próximo 2 de junio, el no haber diseñado una campaña más consistente, les pasará una gran factura.

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