A principios de esta semana Trump se convirtió en el presidente número 47 de la Unión Americana. Este episodio de la vida pública de nuestro vecino del norte, tiene implicaciones directas en nuestra política migratoria y en la economía regional, que vale la pena comentar.
Por principio de cuentas, decir que como lo había anunciado, vendrá un endurecimiento en la frontera sur. No solo con las personas que busca ingresar a su territorio sin papeles, sino también en con el tráfico ilegal de drogas.
Estos dos asuntos que preocupan y ocupan la política bilateral entre Estados Unidos y México, y que por gracia o desgracia no permiten que otros temas de envergadura formen parte de la agenda común.
En sus palabras Trump dijo: “hoy, firmaré una serie de órdenes ejecutivas históricas. Con estas acciones, comenzaremos la completa restauración de América y la revolución del sentido común. Así que todo sobre el sentido común, en primer lugar, declarar una emergencia nacional en nuestra frontera sur. Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal, y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron. Restableceremos mi política de ‘quédate en México’. Pondré fin a la práctica de captura y liberación, y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país. Las órdenes que he firmado hoy también designarán a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras, e invocando la ley de enemigos extranjeros de 1798 ordenaré a nuestro Gobierno que utilice todo el inmenso poder de las fuerzas del orden federales y estatales para eliminar la presencia de todas las bandas y redes criminales extranjeras que traen delitos devastadores a suelo estadounidense, incluidas nuestras ciudades y centros urbanos”.
Con esta línea definida, habrá que estar muy atentos a los derechos fundamentales de nuestros conciudadanos, porque tal parece que se inicia una persecución sin precedentes contra estas dos actividades, que si bien se encuentran al margen de la ley, es claro que mantienen una serie de complicidades en territorio norteamericano.
Dentro del esquema del trasiego de drogas, vale la pena analizar si el endurecimiento (militarización) de la frontera sur, es suficiente para detener el consumo del que se considera el mayor mercado mundial de sustancias ilegales.
Parece que Trump solo tiene la intención de parar el tráfico de drogas, pero el problema no solo está ahí. El último proceso condiciona al primero. Es decir, si existe mercado (consumo) siempre habrá oferta.
De cualquier forma, los que se dedican a distribuir esas sustancias, tendrán que sofisticar aún más sus estrategias para ingresar el producto a sus consumidores. Lo cual, por lógica aumentará su precio final.
En el marco de su primer discurso como presidente, Trump mencionó someramente el aumento de los aranceles, pero no entro en detalles en lo que alguna vez fuera su principal arma para intimidar a los mercados internacionales. El aumento desmedido de impuestos a los productos extranjeros.
También vale la pena resaltar que en su discurso hay una mención al género. No obstante, es en detrimento del llamado lenguaje incluyente. En sus palabras Trump se comprometió a lo siguiente: “esta semana también pondré fin a la política gubernamental de tratar de imponer socialmente la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada. Forjaremos una sociedad daltónica y basada en el mérito. A partir de hoy, la política oficial del Gobierno de Estados Unidos será que solo hay dos géneros, masculino y femenino”.