Instrumentos de cuerda, una armónica y hasta una sonrisa, se convierten para algunas personas en sus herramientas de trabajo, en estos tiempos cuando prevalece la incertidumbre y la tristeza, pero donde la música también aporta un granito de arena para alegrar aunque sea por unos instantes a la gente que camina bajo el intenso sol.
Así encontramos a don Jimmy, quien a sus 80 años, tiene una manera de ganarse la vida, ejecutando bellos temas instrumentales, con su guitarra eléctrica.
Luego a Marcos Sosa, quien con su armónica da vida a temas alegres y quien durante muchos años, se dedicó también a esta actividad, pero formando parte de un conjunto.
Y por primera vez, muchas personas que caminaban por las inmediaciones del Centro Cultural Ricardo Garibay, en el corazón de Tulancingo, vieron con asombro a una pareja de jóvenes, no solo lucir sus atuendos, sino bailando sones jarochos.
Luego a dos egresados del Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, con sede en Real del Monte, tocando el violonchelo y la viola.
Todos los entrevistados, coincidieron en que ante la falta de oportunidades y de la crisis económica que a su paso ha dejado la pandemia, han tenido que utilizar estos espacios y perder el miedo para mostrar su talento en la vía pública.
Quizás algunos de ellos nunca imaginaron que para llevar el sustento a sus casas tuvieran que cantar en la calle; sin embargo, tienen el respaldo del público y la oportunidad de demostrar sus talentos en forma directa