La migración de nuestro país hacia los Estados Unidos, es un fenómeno complejo que ha marcado nuestra historia durante muchos años; un drama constante de destino inesperado.
La población mexicana a lo largo de los años, ha buscado cruzar la frontera del norte con la esperanza de un futuro mejor, el “gran sueño americano”. Al principio, la migración parecía una solución, un gran escape; pero con el paso del tiempo, ese país vecino que se pintaba tan prometedor, se convirtió en un espectro de tormenta con políticas migratorias contantes, que en vez de refugiarnos, ha puesto a millones de personas en una posición cada vez más precaria y eso aún continúa.
Si nos centramos específicamente en el contexto contemporáneo que vivimos, es decir, en la deportación de migrantes, nos topamos con una realidad, que aunque aparentemente es conocida, es mucho más dura de lo que recordábamos.
Imaginen por un momento que su vida en los Estados Unidos, que por varios años fue un intento de reconstrucción, se desmorona de golpe. Vivir en un país extranjero sin documentos es una experiencia desgarradora, y no solo por las dificultades obvias de no poder trabajar legalmente, o de no poder acceder a servicios básicos, sino porque es un recordatorio constante de la fragilidad de la existencia humana.
Entonces, a pesar de ser parte de la economía, de trabajar de sol a sol, de pagar impuestos, de formar parte de una sociedad que los consume y los olvida al mismo tiempo, se mantienen en la sombra.
A pesar de que el sol brille de la misma manera y que la gente a su alrededor hable el mismo idioma, porque por todos lados hablan español, no pertenecen a nada. Los migrantes son una figura borrosa en el fondo del escenario. «Invisible, pero necesario», dirían algunos. En tal caso, no se trata solo de ser extranjero o migrante, se trata de ser un tipo fantasma que se dedique a trabajar, y si resta tiempo a disfrutar a pesar de las adversidades, pero siempre viviendo al margen. Cualquier paso en falso que hagan, los llevará a la expulsión. Pero cuando el sistema decide que ya no son necesarios, pasa lo que ahora, los regresarán a donde, según ellos, realmente pertenecen.
En pocas palabras, la ironía está en que uno no decide ser ilegal, simplemente lo es por un sistema que no te deja opción. Es por eso por lo que la deportación no es solo un traslado geográfico, es un golpe directo al alma, un destierro que duele más que cualquier frontera física. Es dejar logros en una tierra, donde ya no tienes lugar o que ciertamente nunca tuviste.
Muchos migrantes que han sido deportados a México, y también hacia otros países en Latinoamérica, no logran escapar de la pobreza, inseguridad, violencia y falta de oportunidades que los impulsaron a emigrar en primer lugar. Así que los problemas no se resuelven con una deportación, solo se traslada la angustia de un país a otro.
Al llegar, las calles que antes conocían ya no son las mismas, el aire huele diferente y las caras que alguna vez fueron familiares ahora les parecerán ajenas, además del futuro que se vuelve tan incierto como en cualquier otro lugar.
Pero la tierra que los vio nacer nuevamente les da la bienvenida, y aunque el regreso es como una especie de castigo, porque volver al país de origen es regresar al pasado, es decir, como una cicatriz que no se puede borrar, somos mexicanos y somos luchadores de lo inalcanzable.
Y aquí es donde llega la parte más melancólica: no hay nada más por hacer, la decisión no fue tuya o mía, no fue de ellos tampoco fue nuestra; todo es política. Las personas deportadas además de confundidas, se llenan de recuerdos agridulces, entremezclados con la realidad de querer recuperar lo perdido y no poder, de ver con recelo la vida y esa extensión de lo que alguna vez consideraron un sueño.
La promesa de un futuro mejor se desmoronó, nunca llegó o no para todos. Quizás, la única forma de seguir adelante será aceptando la realidad. El tiempo que tardará, no lo sabremos, pero somos mexicanos y nos la arreglaremos.
¡Bienvenidos paisanos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *