Hace poco se designo de manera histórica se designó a la primer mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, durante un periodo verdaderamente conflictivo a nivel nacional que ha puesto en tela de juicio tanto a la máxima Universidad Nacional como al máximo tribunal del país.
Sin embargo, me parece que la designación de la nueva presidenta es no solamente histórico por el hecho de ser la primera mujer sino por el momento en el que ha sido nombrada. En primer punto, he de mencionar que la felicitación de la actual presidenta no debe de ser por el simple hecho de ser la primera presidenta, sino que verdaderamente tiene una trayectoria digna de aplauso, que no debe de ser menoscabada por ser la primera en ser presidenta, sino por el contrario debemos de aplaudir aquella destacada trayectoria de estudio y esfuerzo que la han llevado al cargo que hoy ocupa.
En segundo punto, las votaciones que ha emitido hasta este momento ha destacado un ferviente ideal liberal y constitucional hacia sus propias resoluciones que nos permiten vislumbran una presidencia apegada a derecho más que a simpatías lo cual no solo es lo esperado sino lo debido en su cargo.
En tercer punto, me parece que lo más esperado y deseado es una independencia judicial del resto de los poderes dado que, la finalidad del poder judicial es dirimir las controversias y ser la salvaguarda del Estado Constitucional de Derecho, aunque ello implique discrepar con el resto de los poderes puesto que, solo de dicha forma se garantiza la división de poderes.
Del mismo modo, que la autonomía e independencia del poder judicial garantiza que los otros poderes autónomos eviten el abuso e incluso cualquier posible acto de inconstitucionalidad de este poder y solo así se autoregulan los poderes limitándose unos entre otros, garantizando así los derechos de todas y todos.
Lic. Juan Fernando González Espinosa
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