Se dice que los juegos olímpicos representan lo mejor de la humanidad, porque durante esos días es posible deleitarse con las hazañas de los atletas, pero sobre todo con valores de fraternidad, solidaridad, no discriminación.
Pero también los juegos tienen un matiz político. Durante alguna etapa (post segunda guerra mundial), la manera de consolidar los sistemas políticos existentes era a través de un ambicioso aparato de comunicación social.
De esta manera, el bloque socialista quería mandar un mensaje a todo el mundo, que su régimen promovía el deporte, el desarrollo de la niñez y construía las bases de una sociedad altamente competitiva y triunfadora.
Los países del bloque capitalista deseaban lo mismo, pero sus estrategias eran distintas. Se promovía una imagen de deportista más cosmopolita, que entrenaba en instalaciones de primer mundo, tenía una beca deportiva, en fin.
Los dos modelos, parecían confrontados en una primera instancia e incluso en las competencias donde Estados Unidos y la URSS eran protagonistas había un extraño morbo para ver quien salía victorioso.
Esa dinámica se fue diluyendo con los cambios políticos, que trajeron como consecuencia la caída del muro de Berlín y el final de la guerra fría. De esta manera, parecía que esas diferencias políticas tomarían su cauce en las esferas pertinentes. Pero la sorpresa es que años más adelante los llamados tigres asiáticos tomarían la batuta.
Ahora el protagonismo de Chinas es indiscutible. Regresa a los primeros lugares un país con un sistema con base socialista y economía capitalista. Esta extraña paradoja tiene como resultado, por ejemplo, que una niña de 14 años sea medallista de oro en los clavados.
Es decir, se pone de manifiesto que en el país oriental el deporte es una actividad que se toma muy enserio. Habrá voces que expresen lo sufrido que puede ser tener tanta rigidez en los entrenamientos en plena adolescencia, pero para esa cultura es natural lograr la excelencia en edades tempranas.
No estoy seguro si existe una pretensión específica de China para demostrar que en aquel país el deporte es fundamental, pero lo cierto es que oriente es protagonista desde hace años en las justas olímpicas.
Por el lado de América Latina, Brasil y Cuba son los que aparecen en el medallero mejor posicionados, en el lugar 12 y 14 respectivamente. La isla con un sistema socialista y Brasil con una economía de mercado.
Quizá sea una casualidad, pero lo cierto es que desde el Estado (independientemente de su dogma político), se debe de estimular el deporte como herramienta de desarrollo saludable de la niñez. Cual más en tiempos de pandemia.
En este particular hay que decir que México se queda en el lugar 84 del medallero debajo de países que apenas se pueden ubicar en el mapa. Una nación como la nuestra no se puede dar el lujo de quedarse rezagado en la cultura deportiva. Vale la reflexión necesaria sobre los apoyos, becas y estímulos que tienen los atletas nacionales en las justas internacionales.
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