El día de ayer la presidenta electa de México, la doctora Claudia Sheinbaum, presentó a parte de su gabinete. Los primeros seis funcionarios que acompañan en su administración a la mandataria, tienen en común dos cosas: un alto perfil académico y la identificación con el proyecto de la cuarta transformación.
Como es bien sabido, la conformación de equipos en política es muy compleja. Se tienen que considerar elementos como la lealtad, el talento, el equilibrio de poder, en fin. Lo anterior, no representa una tarea fácil para los tomadores de decisión; incluso muchas veces los propios mandatarios, aceptan que se equivocaron en las designaciones y tienen que dar marcha atrás.
Pues bien, tomando en cuenta lo anterior, lo que quedó de manifiesto con los siguientes perfiles: Marcelo Ebrard, Alicia Bárcena, Ernestina Godoy, Rosaura Ruiz Gutiérrez, Juan Ramón de la Fuente y Julio Berdegué, es una continuidad entre la pasada administración y la que está por comenzar.
Aunque de las seis figuras resalta el ex canciller Marcelo Ebrard. No es ajeno para nadie que el también ex jefe de gobierno, se enfrentó a la hoy electa con toda determinación en el proceso interno de su partido y a pesar de lo anterior, es tomando en una secretaría clave.
Las diferencias ahí vertidas no han sido del todo subsanadas. Pero la responsabilidad que tendrá Ebrard (Secretaría de Economía), lo vuelven a situar en la primera línea del poder. Diré más, siendo el único que tomó la palabra en la presentación de sus compañeros, deja un mensaje de jerarquía y posicionamiento en el primer círculo.
No hay que jugar demasiado al futurismo, pero los mensajes cifrados hacen que Ebrard, mantenga viva la vieja aspiración de ser candidato a la presidencia. Claro está, si el manejo de la economía es el adecuado en esta realidad tan turbulenta.
Utilizando una metáfora, Marcelo sería el equivalente a un portero en el equipo de futbol. Es decir, se puede convertir en héroe o villano en un abrir y cerrar de ojos según las condiciones locales, regionales e internacionales.
Pero, sin duda, todavía se mantiene como una carta fuerte de la presente administración. Mantiene su liderazgo al interior del partido, parece intacto su entusiasmo por el proyecto transformador y su amplia trayectoria juega a favor para consolidar su ansiado sueño: la presidencia.
Es muy temprano para “echar las cartas” pero de ser declarado “persona non grata” por algunos de sus compañeros de partido ahora pasa a gran jugador en el rumbo económico del país. Solo resta conocer quién estará en la secretaría de gobernación porque por regla general esa persona se convierte también un gran jugador en la sucesión.
Reitero, es muy temprano para hacer estas apuestas, pero la política es de percepción, de forma y de fortuna. Las tres cosas parecen alinearse (hasta este momento) para el que tuviera que ceder su lugar en 2012 por López Obrador.
Debemos esperar una semana más para conocer a otros integrantes del gabinete. Pero hasta ahora los reflectores apuntaron hacia Marcelo. Quizá se repita la dupla que en algún momento dominó al país. Me refiero a los tiempos de Peña Nieto donde Luis Videgaray desde Relaciones Exteriores y Miguel Osorio en Gobernación, se volvieron piezas claves en las decisiones del país. Esperaremos entonces una figura de contrapeso para Marcelo Ebrard, o quizá no la tendrá.