Hace unas semanas el partido guinda se sometió a un proceso interno de elección de consejeros estatales. Este proceso es de suma importancia, porque esta figura decide en lo posterior la conformación del Comité Directivo Estatal.
En esta lógica, la renovación de la dirigencia se llevará a cabo el 27 de agosto del presente año. Ese día tendrá que salir “humo blanco” del cónclave morenista estatal. Tarea que no se antoja sencilla si se revisa el antecedente del partido que se mantuvo mucho tiempo con problemas internos.
Aquellos desacuerdos se parecen mucho a lo que ocurría en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quienes se ahogaron en sus propias diferencias hasta llegar al punto en que un segmento importante fundara el ahora partido mayoritario en el país (Morena).
Por estos antecedentes, llama la atención cómo se organizarán los consejeros en los próximos días para construir un partido fuerte; que en unos días más (5 de septiembre), se convertirá en gobierno a través del liderazgo de Julio Menchaca.
Por tanto, aquellas expresiones que tienen presencia en el partido de López Obrador, se ven obligados a realizar un ejercicio de alta política, para designar una dirigencia que transite con el nuevo gobernador y sea un ente político que ayude a consolidar la cuarta transformación en el estado.
Dicho de otra manera, los menchaquistas, el grupo universidad, los partidarios de Abraham Mendoza, los presidentes municipales que son consejeros y algunos personajes que carecen de referente político, deberán de repartir pocos cargos al interior del partido.
La intención es que cada una de dichas expresiones tenga una representación. Es decir, que se tenga una justa medida respecto a su propio peso político. Cuestión que puede representar un riesgo porque hay posiciones más importantes que otras.
Por ejemplo, el presidente del comité tiene la concentración de las decisiones, aunque el secretario general mantiene una amplia influencia operativa, por otro lado, el secretario de organización lleva el tema logístico en la designación de candidaturas, etc.
Por tanto, hay ponderaciones distintas que necesitan ser valoradas. De esta manera, en un ejercicio sencillo de mayorías el que tenga más “canicas” podrá hacerse de los mejores espacios dentro del partido.
Menudo problema tiene el partido que tiene mucho capital político pero poco disciplina interna. Esa fuerza que demuestra en las urnas parece que va en detrimento con su organización al interior, donde las flaquezas son notables.
Vale la pena tomar este ejemplo de Morena para repensar las diversas formas en que un partido político debe de organizar su vida interna. Lo que tenemos como antecedente es que un instituto político debe ser muy rígido y someter a sus militantes a una disciplina militar; o bien, democratizar sus procesos, aunque en ello vaya de por medio la estabilidad interior.
Vamos a ver qué ocurre en este proceso que se resuelve en una asamblea donde los consejeros tendrán que actuar con altura de miras para consolidar las bases del primer gobierno de izquierda en el estado de Hidalgo.