Una de las etapas más complejas al interior de los partidos políticos, es la designación de candidatos. En este particular, se observa una curiosa constante porque resulta que por lo regular hay más aspirantes a los cargos de elección, que espacios disponibles.
De tal suerte que muchos liderazgos quedan al margen del proceso mencionado. Esto ocurre, como puede deducirse en los partidos más competitivos, mientras que los de reciente manufactura, ocurre un fenómeno inverso. Por ejemplo, buscan personas representativas en el ámbito deportivo o del espectáculo, porque carecen de sus propios cuadros políticos.
En suma, hay quienes con suficientes méritos buscan una trayectoria política pero también hay quienes sin ningún antecedente, pretenden incorporarse al cada vez más complejo universo electoral. Lo más sano sería que todos tuvieran un espacio y que al final del día, el electorado tome su propia decisión.
No obstante, conociendo los perfiles de los aspirantes se puede hacer un balance general de las fortalezas y debilidades de cada instituto político. Por ejemplo, el otrora partido dominante en Hidalgo, se aventuró a firmar una coalición a nivel nacional con el PRD y el PAN.
Ese entuerto denominado Va por México, permite que el PRI postule candidato en tres distritos de un total de siete. Lo anterior, deja sin oportunidad a varios liderazgos regionales, que tendrán que participar de otra manera en la elección de junio.
Bajo este postulado, ¿qué harán los priístas excluidos? ¿Se mantendrá su característica disciplina o buscarán otros derroteros? ¿Qué pasará con los liderazgos de otras expresiones internas? ¿Qué grupo se favorece con las actuales designaciones a diputados federales?
Lo anterior solo apunta a una condición, el rompimiento interno. Varios factores generan este escenario. Como se decía, el reducido espacio de maniobra para postular candidatos, los liderazgos regionales que quedaron “huérfanos” y las decisiones cupulares que endurecen el conflicto entre Omar Fayad y Carolina Viggiano.
Esta situación no parece alentadora para el priísmo hidalguense, que todavía pregona con tono triunfalista los resultados de la reciente elección municipal. Habría que recordarles que, en 2018 el PRI perdió en la entidad la elección de presidente, diputados y senadores. Es decir, perdió todo en el ámbito federal y en lo local, obtuvo una curul de 18 que estaban en disputa.
De mantenerse estas tendencias, el PRI estaría muy cerca de convertirse en un partido marginal y quizá por eso se entiende la necesidad de coaligarse con otros partidos, que hasta hace poco eran sus acérrimos adversarios.
No obstante, a la par de un debilitamiento del partido “fuerte”, se presenta una extraña vorágine en las otras opciones políticas. La que podría ser la alternativa natural, parece carcomerse en conflictos internos y entuertos legales. En pocas palabras, Morena no termina de cuajar en el ámbito local. El partido guinda, carga con una loza que se expresa en desorganización y falta de rumbo.
En esta transición, lo tradicional no termina de morir y lo nuevo no termina de surgir. Mientras tanto, las ofertas políticas no dejan mucho margen de maniobra. El ciudadano tendrá que hacer varias ecuaciones, antes de depositar su voto. Ojalá que esas reflexiones conduzcan a la mejor opción capaz de hacer valer la representación popular en el congreso federal y local.
@2010_enrique