La talabartería, es el arte de trabajar en diversos artículos de cuero. Es un oficio que se resiste al olvido, ya que los materiales sintéticos han desplazado poco a poco a los originales.
Con movimientos en armonía y amor al arte, se pueden realizar objetos y herramientas muy útiles, así como la confección de arreos y guarniciones en general, para animales de silla y tiro, al igual que la elaboración de cinturones y chaparreras.
Así, los atuendos principalmente para trabajos del campo fabricados con pieles y con diseños apropiados a las tallas, dan un toque tradicional y de elegancia a quienes los portan.
Jorge López Cuéllar, es uno de los pocos talabarteros en Tulancingo. El lugar donde realiza su trabajo mide apenas dos por cuatro metros, digamos que un lugar pequeño en cuanto a espacio, pero grande el entorno que realiza en un día. Una actividad que, además, requiere de concentración y muchas horas de esfuerzo.
Tiene 15 años de desempeñar esta actividad la cual –comenta-, disfruta a cada momento, ya que le permite conocer a mucha y nueva gente, le reconocen su trabajo y lo felicitan, además de que, con ello, sostiene a su familia.
Si bien, el manejo artesanal del cuero tenía hasta hace unos 30 años un perfil de industria, en la actualidad persiste solo en forma artesanal, porque las nuevas generaciones ya no realizan este tipo de trabajos.
La llegada de los españoles y el paso de Cortés por territorio ahora hidalguense, dan cuenta también de los trabajos pesados a base de animales, que requerían de artículos resistentes y de los caporales, que también necesitaban ropa acorde a sus arduas labores.
De ahí con los primeros caballos traídos a América, surge en Hidalgo la Charrería.
Para un mejor desarrollo de este noble oficio, la tabla donde don Jorge se apoya, deberá ser blanda para poder tratar mejor los materiales a trabajar y sobretodo realizar los cortes de una manera más cómoda

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