· Las bases endebles de la alianza PRI-PAN-PRD
· Cortés modificó las reglas y enojó a Zambrano
· Silvano y su cruzada para mantener el registro
En el estado de México hay una precampaña y dos campañas.
La precampaña con todas las de la ley es de Alejandra del Moral, la inminente candidata de la alianza opositora de PRI, PAN y PRD.
La primera campaña sin tiempos de ley es de Delfina Gómez, quien se mueve con el aparato de Estado mientras desde Palacio Nacional se le tejen apoyos.
Y la tercera campaña, oculta y con resistencias, se da en el bando multipartidista conformado para enfrentar la estructura del poder federal.
Centrémonos en ésta.
En teoría la alianza se conformó de manera sólida con el aval de los tres dirigentes nacionales, Marko Cortés, Alejandro Moreno Alito y Jesús Zambrano.
Pero no se han superado las desconfianzas.
Por el contrario, se han incrementado los hechos y las circunstancias porque a juicio de algunos no se han cumplido los compromisos ni dado trato de iguales a las tres siglas.
Lástima, porque los diálogos se habían retomado en buenos términos tras la iniciativa septembrina de la priísta Yolanda de la Torre para mantener la militarización de la Guardia Nacional (GN) hasta 2028.
LAS RESISTENCIAS
Aquello puso en riesgo la coalición.
Poco se habló de Coahuila, pero allá el gobernador Miguel Riquelme concilió para aglutinar respaldos de todo tipo hacia el aspirante a gobernador Manuel Jiménez.
El morbo se centraba en el estado de México.
Todos los analistas lo consideraban imposible.
-De ninguna manera -me dijo en octubre el dirigente priísta Alejandro Moreno, Alito-. Tendremos un buen fin de año con mensajes de fuerza para cimentar esa unidad hacia el 2024.
Y así fue.
Pero el día del anuncio, el fin de semana a mitad de diciembre, hubo una reunión donde se establecieron los puntos finales de ese arreglo.
Así salieron las cúpulas para confirmar el entendimiento… con algunas salvedades: Marko Cortés no concilió con Alejandro Moreno y cambió las reglas.
Al leerlas, Cortés repartió los beneficios únicamente entre PRI y PAN: el primero pondría los candidatos en Coahuila y Edomex y el segundo sería mano para la Presidencia y la Jefatura de Gobierno.
¿Y el PRD?
Esto no gustó a Jesús Zambrano, quien ahora trata de hacer valer los restos del perredismo porque, sostiene, sin sus votos no ganaría en ninguna elección de 2023 y 2024.
Por eso mide fuerzas… y resistencias.
LA SUPERVIVENCIA
En otro frente se da otra lucha.
Silvano Aureoles hace campaña a sabiendas de sus escasas posibilidades de competir por la candidatura para la Presidencia de la República.
Y menos si, como pretende, Marko Cortés se arroga el derecho exclusivo y se niega a un proceso abierto, democrático a población abierta, para elegir un abanderado competitivo.
Se lo piden inclusive panistas como el gobernador yucateco Mauricio Vila, quien propone estudiar métodos para ir con opción de victoria y sin egoísmos partidistas.
¿A qué aspiran Silvano Aureoles, Graco Ramírez y Los Chuchos Jesús Ortega y Jesús Zambrano, por citar sólo a algunos de los coincidentes en este empeño?
A mantener el registro del PRD con representación en el Congreso de la Unión, senadores y diputados, y a compartir el poder en una gran alianza de gobierno con todas las oposiciones, incluido Movimiento Ciudadano (MC).
Bonita ilusión.