Uno de los beneficios de la alternancia política es la rotación de élites en el ejercicio del poder. Es decir, dentro del sistema democrático, la llegada y salida de estos grupos erradica uno de los más lacerantes vicios de la política, la perpetuidad en el poder.
Teniendo en cuenta lo anterior, lo que ocurrió hace unos meses en el estado de Hidalgo (perdió el PRI tras gobernar 93 años consecutivos) da para muchas lecturas.
Una de ellas, y que viene como consecuencia del proceso antes descrito, es que las bondades del cambio político también alimentan los mecanismos de rendición de cuentas. Dicho en breve, los que salen tienen que entregar finanzas sanas, porque los que llegan pueden (quizá lo correcto es decir, deben), iniciar procesos administrativos y/o judiciales que permitan fiscalizar recursos materiales y financieros públicos.
Con esta antesala, se celebra que la nueva administración haya iniciado sendos procesos contra las autoridades municipales, que encontraron un camino perverso de desvío de recursos públicos. Lo anterior, con la complicidad de funcionarios del gobierno estatal.
Quizá por lo anterior, se conoció recientemente de dos secretarios de estado que promovieron amparos para no ser privados de la libertad, en caso de que se compruebe su responsabilidad en los casos citados.
Ojalá que se investigue y se finquen responsabilidades a todos aquellos que aprovecharon su cargo para beneficiarse y que los criterios políticos, sean dejados a un lado para que todo el peso de la ley caiga en los funcionarios corruptos.
Eso solo se puede entender en un contexto de rotación política como se ha referido anteriormente. Pero no solo eso, otro mecanismo que se debe de incentivar es que los recursos desviados se recuperen.
En casos anteriores, se determinaba cierta responsabilidad, se daba un seguimiento timorato, quizá se procesaba a una persona pero hasta ahí quedaba el tema. Ahora, sin embargo, se busca recuperar los recursos, bienes materiales o financieros que se utilizaron de manera incorrecta.
Este cambio de paradigma será un acierto para la nueva élite política. Esperamos que abone al adecuado comportamiento de los funcionarios pero sobre todo que se consolide el proceso de trasformación que se pretende construir en el estado.
De esta manera, podremos tener en el corto plazo un escenario donde ex funcionarios puedan ser llamados por las autoridades y tratar con ello de limpiar la casa. Un proceso que es necesario e indispensable en un lugar donde se premió la complicidad entre uno y otro gobierno del mismo sello político.
Cabe la aclaración siguiente, los que ahora están nerviosos promoviendo amparos o incluso prófugos de la justicia no solo han finiquitado su efímera trayectoria política, también han minado la lejana posibilidad de que su grupo político regrese al poder.
Este juego político representa la esencia de la democracia y su derivación en procesos de alternancia local donde los políticos se encuentran en el constante escrutinio público.