De hace algunos años a la fecha, una extraña moda invade los estudios demoscópicos. Por todos lados aparecen empresas o consultorías que realizan encuestas electorales. Por desgracia, muy pocos mantienen el rigor científico, que amerita un estudio de esta naturaleza.

Hay mucho que decir sobre estos casos. Por principio de cuentas hay que subrayar que se trata de agencias que funcionan solo con fines de lucro. Es decir, inflan candidatos, inventan cifras, y encuentran algún recoveco, para alterar la realidad. En suma, mienten sin mesura ni rubor.

De tal suerte que la pregunta obligada es: si todo lo que hacen tiene que ver con un mundo imaginario ¿para qué les sirve vivir engañados? Pues parece que para mucho, porque gracias a estos escenarios construidos a base de falsedades, podrían pedir algo o negociar alguna posición.  

Quizá por lo anterior, vemos recientemente un largo desfile de encuestas que posicionan en primer lugar a distintos candidatos. Si estos ejercicios fueran reales, diríamos que los hidalguenses cambian de parecer con mucha facilidad o tienen algún desequilibrio emocional.

Pero no hay nada de qué preocuparse, por el contrario, los que tienen problemas son aquellos que juegan a engañar.

Solo hay que echar un vistazo en redes sociales para encontrarse una considerable cantidad de “encuestas”, con resultados tan diversos como desiguales. Ello ocurre a unos meses de que en el estado de Hidalgo de inicio el proceso electoral para elegir gobernador. Pues bien, bajo esa premisa, hay fácilmente una docena de políticos, que buscan la nominación de su respectivo partido político y por tanto recurren a estos ejercicios para tratar de ganar algo.

Dentro de estos funestos casos el que más resalta, es el que retrata la batalla interna del PRI. Ahí, dos políticos que están muy acostumbrados a jugar de mala manera, hacen todo lo posible por mandar señales equivocadas a los electores.

Es muy claro cuando uno de los dos contendientes (Carolina Viggiano o Israel Félix), paga una “encuesta” porque resulta que mantiene una amplia ventaja por encima de su contraparte. Dicho en buen español, cuando paga Félix, él aparece como amplio favorito para ganar la candidatura de su partido. Pero cuando lo hace Viggiano, el resultado le favorece.

Lo cierto es que en ese teatro ninguno de los dos aparece como amplio favorito para ganar el gobierno. En ambos casos, las encuestas serias apuntan a una debacle electoral del PRI, con cualquier candidato.

En el caso de Morena las cosas no son muy distintas. Pero ahí la motivación es real, porque cualquiera que se haga de la candidatura en ese partido, tiene medio cuerpo en el palacio de gobierno. Por eso, lo imaginario también se genera ahí.  

Uno de los más aspirantes de reciente manufactura, está haciendo lo propio para aparecer como favorito. Se trata de Cuauhtémoc Ochoa, quien hace poco defendía los colores del PRI y luego los del PVEM. Ahora, en una ecuación simple de conveniencia política, realizó su adscripción a Morena para hacerse de un espacio en la carrera por la candidatura.

Hay casos más extremos, como los de aquellos que dicen ser apoyados por las bases de su partido. Y que por tanto, no les hacen falta los estudios de opinión. En su razonamiento las fuerzas vivas de su partido tendrán el suficiente impulso para hacerlos dignos candidatos.

Ninguna de las posiciones antes descritas son las más convenientes. El único pasaporte para hacerse de una candidatura es el trabajo continuo, la trayectoria y por qué no decirlo: la oportunidad. Porque la política es de tiempo y circunstancia.   

De tal manera que no hay recetas mágicas ni caminos alternos para lograr de fácil manera, una candidatura al gobierno de Hidalgo. Por ello, sería muy saludable que los impostores dejaran de hacer malabares con las encuestas pagadas y se dediquen a otra cosa.

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