A unas horas de conocer a la presidenta o presidente de Estados Unidos de América, vale la pena realizar algunas reflexiones que, como país vecino y principal socio comercial es obligado hacer.  

Por principio hay que decir que pocas veces se ha tenido un resultado tan cerrado como el que se presenta en este proceso electoral. En casi todas las encuestas, existe un escenario de empate técnico lo cual llena de incertidumbre el destino político de aquella nación.

De hecho, según los teóricos de la democracia, el principal componente de un sistema similar al de Norteamérica es precisamente eso, desconocer el resultado por anticipado porque cualquier cosa puede pasar por sus componentes muy peculiares como el voto indirecto. 

También es la primera vez que una mujer puede llegar a ser la líder del país más poderoso del mundo. No hace mucho Hillary Clinton, realizó una gran campaña interna en el partido demócrata pero el carisma de su contrincante, jugó un papel trascendental arrogando como resultado al primer presidente de color.

Ahora Kamala Harris se enfrenta a un muy complicado Donald Trump, quien tiene experiencia de gobierno y un discurso que hace sentido con los electores más conservadores. Estos grupos de ultra derecha, por cierto, son quienes valentonados tomaron el capitolio hace unos años y dejaron una profunda herida en la percepción ciudadana.

Por su lado, Kamala Harris tiene una trayectoria en la Fiscalía de su estado natal. Su principal arma es el componente de género que tiene la elección y la victimización que puede aludir por los constantes ataques de un Trump que no tiene nada que perder.

En esa dinámica se encuentra la contienda que define a quien tomará posesión de un país que cuenta con la mayor economía y con el arsenal militar del mundo.

En esta lógica ¿Cuáles son las implicaciones que tiene esta elección en México? Son varias y variadas. Hay que decir que tenemos la frontera con mayor flujo de personas en el orbe. Por ahí pasan de manera ilegal miles de personas que ponen a prueba a las autoridades de los dos países.

Tenemos también lazos muy fuertes en lo económico, turístico y comercial. En el concierto internacional, cuesta trabajo entender a México sin Estados Unidos y viceversa. No solo porque tenemos el acuerdo de comercio internacional más longevo entre dos naciones sino porque hay una fusión de culturas que conviven en la frontera creando una especie de tercera nación con rasgos específicos.

Utilizando la lógica más simple a México le “conviene” que ganen los demócratas. Es decir, reduciendo todo a su máxima simplicidad, dos mujeres suelen ser más solidarias, empáticas, cordiales (Sheinbaum como presidenta de México y Harris como mandataria del país de las barras y las estrellas).

Sin embargo, atrás de estas banalidades las dos naciones tienen intereses específicos y al parecer posturas que no podrán cambiar demasiado. El tema migrante es quizá el más complejo para los dos. La historia nos dice que el fujo de personas de manera ilegal que cruzan por nuestras fronteras no terminará con acciones preventivas como la ampliación de un muro. Eso se resuelve de fondo atendiendo las causas de la migración. Cuestión siempre presente en la agenda bilateral pero que merece un nuevo tratamiento. Ojalá que Harris pueda darle un giro a esta problemática porque ya sabemos cuál es la forma de pensar de Trump sobre este tema.

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