Los postulados tradicionales de la política aconsejan valerse de todas las estrategias con tal de mantenerse en el poder. Bajo esta lógica, algunos políticos en campaña buscan hacerse de todos los elementos para sacar ventaja de sus adversarios y ser más competitivos.
Para aquellos que actúan de esa manera se vale decir que en el amor y en la política todo se vale. Por eso, es frecuente ver excesos en quienes no están acostumbrados a competir en igualdad de circunstancias.
Un claro ejemplo de lo anterior son los beneficios que entregan los gobiernos en tiempos electorales. Es muy conocida la estrategia donde los políticos miden bien los tiempos para inaugurar grandes obras o construcciones al final de su mandato para que éstas abonen a la consolidación de su imagen.
Eso genera de forma subliminal, una ecuación que puede ser traducida con un razonamiento sencillo: el político en cuestión fue muy malo, pero al menos hizo un puente, una carretera, un nuevo edificio. Lo curioso es que pocos reparan en cuestionar quién es el dueño de la constructora, cuánto dinero público se destinó al proyecto, que calidad tienen los materiales que se utilizaron, en fin.
El punto es que se hace algo grande, muy visible, se le ponen escudos, logos, colores que llevan la atención a una lógica electoral pensando únicamente en el impacto político antes que en el beneficio colectivo.
Dicho lo anterior se podrían entender las recientes obras en la super vía Colosio de la capital del estado de Hidalgo. Aquí, los avances de la construcción obedecen a una lógica estrictamente electoral. En los comicios de ayuntamientos del año anterior, los trabajadores aceleraron el paso trabajando de noche para que el gobernador inaugurara la primera etapa del proyecto justo antes de las elecciones.
¿Qué tanto impactó esa obra en la decisión de los electores? Es difícil saber. Pero al final, el PRI ganó el ayuntamiento de Pachuca (valiéndose de todas las artimañas conocidas). Al cabo de unos meses, nuevamente en tiempos electorales, vemos un gran avance de la construcción referida. Se trabaja con ahínco porque en mes y medio se eligen diputados locales y federales.
Esta coincidencia, sin embargo, acaba de pasar por un capítulo chusco debido a que la naturaleza no conoce de estos postulados. La lluvia de hace unos días puso al descubierto que las prisas no son buenas consejeras.
La flamante obra del boulevard Colosio que, según la lógica oficial será nuestra cara de presentación para los visitantes que lleguen del sur, nos regaló una postal surrealista porque de la parte alta caía una cascada de agua generando una inundación a medio puente.
Lo anterior, fue producto de memes y chascarrillos que ponen en evidencia las carencias de esta obra a tal nivel, que no aguantó el primer chubasco de la temporada. Quedó claro que se puso atención en la apariencia, pero no en el drenaje. Es decir, los criterios políticos no alcanzaron para hacer un túnel para el agua de lluvia, porque éste no se ve. Por tanto, es mejor capitalizar obras grandes, aunque no sean funcionales.
Es una lástima que todavía se utilice el dinero público en estas acciones con la única intención de sacar raja política. El colmo es que en la inauguración de su primera etapa (otra estrategia política inadmisible porque se corta el listón dos o tres veces para cacaraquear al máximo el supuesto beneficio) se hizo con bombo, platillo, pirotécnica y aplausos por parte de varios funcionarios del gobierno estatal. El teatro anterior duró muy poco porque los cimientos de esa construcción parecen deficientes. Al menos para la temporada de lluvias.
Estos hechos ponen en evidencia que se piensa más en la capitalización política de los proyectos, antes que en el beneficio colectivo de los automovilistas.
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