En un escenario regional donde los gobiernos de izquierda predominan, Estados Unidos celebró el pasado martes las elecciones intermedias, donde el pronóstico inicial de victoria aplastante para los republicanos, no terminó de configurarse.

Al menos por ahora, en estos comicios de mitad de periodo de Joe Biden, los republicanos les va suficientemente bien pero no excelente como habían avizorado distintas encuestas en el país del norte.

Hay que recordar que dentro de la cultura política anglosajona, estos ejercicios sirven para refrendar la confianza hacia el gobierno o cuestionar su desempeño en la primera mitad del periodo asignado. Por ende, son el primer termómetro de lo que pudiera ocurrir en dos años donde habrá elecciones presidenciales.

Para reforzar el escenario de complejidad, las gubernaturas de Florida, Texas y Georgia se pintan de rojo con la bandera de los republicanos. Pero otros dos gobiernos estatales han pasado a manos de los demócratas.

No obstante, los estados republicanos representan polos de oportunidad que regularmente definen las tendencias en las presidenciales. Tales el caso de Florida, que con su alta carga de población de origen latino ha transitado varias veces de polo política hasta caer esta semana en manos de los republicanos.

Además los republicanos solo tenían que darle la vuelta a cinco escaños en la Cámara de Representantes para tener una mayoría, y parecen encaminados a lograrlo. Lo que consolida la tendencia tradicional de que el congreso permanezca en manos distintas al partido que gobierna en el ejecutivo federal.

Sin embargo, el partido de Trump no está ganando todas las contiendas ajustadas y tampoco consiguiendo ninguna victoria rotunda por lo que las presidenciales se pueden tornar mucho más competitivas de lo que parece.

En el Senado los resultados son todavía más inciertos. Los republicanos han ganado estados en los que tenían ventaja, pero los demócratas se han impuesto en los estados que tenían previstos y, además, han obtenido un puesto crucial en Pensilvania.

Además, por lo cerrado de la contienda, tres estados concentran la atención de los votantes. Se trata de Georgia, Nevada y Arizona quienes están realizando los conteos necesarios para disipar dudas sobre el triunfador.

En conclusión, la llamada “ola roja” que habían vaticinado los republicanos no se materializó; la Cámara de Representantes regresaría a control republicano, según las proyecciones; Dada la baja popularidad de Biden y la alta inflación, los demócratas parecen estar contentos con los resultados.

No hay que perder de vista al gobernador de Florida, Ron DeSantis, que podría ser rival republicano de Donald Trump por la Casa Blanca en 2024, debido a su contundente victoria; Florida y el condado de Miami-Dade, tradicional refugio demócrata, se confirma ahora como bastión republicano.

Por último, hay que decir que esta contienda deja algunas conclusiones peculiares, por ejemplo la victoria de la primera gobernadora de la historia abiertamente lesbiana, Maura Healey (Massachusetts), y el primer congresista de la generación Z, Maxwell Frost (Florida), de origen cubano.

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