La pastelería francesa es de las más dulcemente conocidas a nivel mundial.
Las personas que viven y visitan la ciudad de París por ejemplo, pueden deleitarse con cientos de irresistibles ejemplares que pueden ver a través de las famosas vitrinas en las calles parisinas. Y aunque existen postres habitualmente populares como “l’éclair au chocolat” o “le millefeuille”, son las tartas con frutas como “la tarte aux framboises”, las favoritas y más buscadas durante este día de los enamorados.
El dato curioso es que la temporada de frambuesas inicia a finales del mes de junio hasta mediados de septiembre, por lo que su obtención tiende a ser más costosa.
A decir verdad, las frambuesas utilizadas en estas fechas en Francia, provienen principalmente de Marruecos. De cualquier modo, es cotizada y usada por los chefs pasteleros, que crean una avalancha de manjares de sabores embriagantes para el agasajo de todos los visitantes enamorados.
Con todo esto, recordé la salida que daría lugar a nuestras “Tardes de Mesdames”: tardes de café, charlas y muchos postres, que ya les he contado con anterioridad en algunos textos pasados.
Así pues, fue una vez que salí con Sabri a deambular por las calles de París, a un “marché aux puces” por el metro Gambetta. Recuerdo bien ese día. De inicio porque era la primera vez que subía en bicicleta, una de las pendientes más difíciles de París. (Si no están listos, no lo hagan).
Naturalmente, como mi cuerpo no esperaba tanto esfuerzo físico, tuve que hacer una pausa justo a la mitad del trayecto. También lo recuerdo, porque siendo una chica latina, de cabello castaño oscuro, largo y suelto, refrescándose a mitad del camino en bicicleta, llamó mucho la atención de los circundantes.
Mi primer pretendiente francés apareció ahí. Me puse nerviosa, ¡qué chico más guapo! –pensé; pero bueno, me he desviado un poco del tema… Entonces, siguiendo con la historia de aquel día, además de caminar un poco para conocer la zona, de comprar un par de cosas innecesarias y de escuchar algunas divertidas aventuras de mi amiga, fuimos a “Sucrecacao”.
“Sucrecacao”, es una panadería del reconocido pastelero y chocolatero James Berthier. Desde la entrada, el local tiene unos ventanales transparentes para apreciar toda la repostería. ¡Todo se te antoja, es imposible pasar y no comprar! Sabri y yo compramos un par de pastelillos, que disfrutamos en una banca frente al parque. Después, llegada la noche, nos despedimos afectuosamente y volvimos cada quien a casa.
Del mismo modo, en las primeras conversaciones que tuve con Germain, hablamos evidentemente de “la pâtisserie française”.
Germain es francés, de Versailles ciertamente, un hombre muy correcto, caballeroso y muy comprometido. Lo consideraba un príncipe. Él trabajaba mucho, y a pesar de ello siempre estaba atento de mí.
Se sentía responsable de tenerme como invitada en su país por lo que procuraba llenarme de buenos consejos y experiencias. Recuerdo que me preguntó si ya había probado los postres franceses, y después me preguntó por mi favorito. Mi respuesta fue honestamente sarcástica, pues como a él lo conocí casi un año después de estar viviendo en París, era imposible que yo no probara postres en todo ese tiempo. Lo hice reír.
Posteriormente, intenté decirle mi postre favorito, pero fue imposible mencionar solamente uno. En primer lugar, porque además de mi mood permanente de turista glotona, trabajaba muy cerca de la “Boulangerie Julien” y compraba postres frecuentemente. Entonces, para practicar un poco el idioma y porque realmente yo me olvidaba del nombre de los postres, se los describía. Y así fue como de entre ingredientes y frutas, llegamos hasta la tarta de los enamorados, la tarta de frambuesas. ¡Feliz San Valentín!

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