Una vez que inició el proceso de selección de candidatos a cargos de elección popular para la elección federal en el partido Morena, vale la pena hacer algunas reflexiones. Por principio de cuentas, se trata de la convocatoria para participar como diputado federal y senador en el proceso 2024.
Dicho proceso fue abierto y las personas que así lo decidieron, realizaron su registro en días pasados. Lo que sigue será un ejercicio de encuestas y los mejor posicionados serán considerados como aspirantes (coordinadores de los comités de base; así les hacen llamar en ese instituto político para no caer en algún acto anticipado de campaña).
Este ejercicio, se presume incluyente, es decir no deja afuera a nadie que cumpla con los sencillos requisitos que se observan en la convocatoria. Aunque los riesgos siempre están presentes cuando se trata de competir por el poder político.
Hay que decir que los interesados solo podrán participar en un proceso (para diputado federal o para senador). No se puede solicitar registro en las dos representaciones porque se incurre en una duplicidad de competencia y se deja sin oportunidad a otros cuadros.
De tal manera que este podría ser un candado que ayuda a los indecisos porque solo hay una opción. No se vale competir por las dos. Y otro punto que esta en el aire, son las responsabilidades que tienen actualmente los que se inscribieron.
Es decir, si ocupan un cargo en la administración pública o tienen alguna representación, lo ideal sería renunciar o pedir licencia mientras dura el proceso. De lo contrario la lógica, pero sobre todo la ética, se pone en entredicho. Esto es, lo ideal es que desde el cargo actual no se puede aspirar a otro. Eso de brincar de cargo es muy mal visto por la mayoría de las personas, que le dan una lectura de conveniencia a ese comportamiento.
Por eso, se eliminó desde un inicio esa posibilidad. Lo mismo ocurrirá con los aspirantes a diputados locales y presidentes municipales. Incluso, hay otro candado. Se estimó desde el principio realizar cursos de formación política, enfocados al interés del participante.
Por tanto, hay que realizar un curso de formación básica y otro especializado según lo que motive el participante ser representante federal o local. Ese es otro acierto en un mecanismo que busca erradicar el fantasma del dedazo.
Aquella vieja práctica donde desde el poder se designaba a los representantes populares, como si fueran piezas de ajedrez, se debe de erradicar. Hay que recordar que no hace mucho un gran elector (regularmente era el presidente), disponía de listas enormes de amigos, compromisos y cuotas que se les asignaban a ciertos gremios (empresarios, sindicatos, maestros, etc).
Lo anterior, a libre albedrío del primer mandatario que disponía sin contrapesos de amplio margen para designar a los gobernadores, diputados federales y senadores. Conformaba su propio congreso para no tener ningún problema en cuanto a la aprobación de sus iniciativas y del presupuesto.
No obstante, aquellos tiempos parecen lejanos. Al menos, existen mecanismos distintos para conformar esas representaciones. Ojalá que sea realmente procesos democráticos donde todos tengas las mismas oportunidades.