La democracia siempre ha tenido una tendencia a considerar, la opinión de la mayoría como correcta y verdadera, pero ello tampoco es del todo cierto.
En primer punto, la verdad, lo correcto y lo justo, puede ser aquello que la mayoría considere o no, porque uno no es requisito de lo segundo.
A lo largo de la historia, las mayorías han tenido grandes errores y grandes aciertos, pero ello no implica ni que siempre tenga la razón ni que siempre se equivoquen.
Por el contrario, en las democracias las decisiones mayoritarias se respetan, pero nunca por encima de los derechos de los demás y parece que esa es la primera perspectiva de lo justo en una democracia.
En segundo punto, una mayoría que no considere a las minorías y no las respete, tiende a destruir aquello por lo que llegó, que es la democracia puesto que democracia lejos de ser una dictadura de mayorías, debe de ser considerada un gobierno de todos, incluidas a las minorías.
En tal sentido, el propio sistema tendrá que garantizar el derecho de esas minorías y sus expresiones, incluso si ello incomoda a las mayorías, puesto que solo así se puede mantener el sistema democrático.
Por tanto, hoy como cualquier momento de la vida de nuestra nación, es de suma importancia garantizar estos derechos y ser conscientes que la mayoría se puede equivocar y que puede representar tantos errores, como aciertos pero aquello que pasa a la historia como aciertos es la capacidad para mantener un Estado Democrático de Derecho, que se basa en garantizar derechos aun y ante consideraciones contrarias.
En consecuencia, las decisiones para el futuro de nuestro país, deben de sustentarse en la razón, la justicia y la verdad más que en una idea de mayorías, porque esa es la responsabilidad democrática y constitucional de todo gobierno.
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