El fin de semana pasado en el fulgor de las campañas electorales, un candidato a la senaduría por el PT en Hidalgo, Damián Sosa Castelán realizó una aseveración desafortunada. Sostuvo en público que una candidata sostenía una relación personal con el secretario de gobierno del estado y gracias a ello, había obtenido su nominación. 

Este desbocamiento, puede tener consecuencias severas, porque dentro de la legislación electoral se establece que la violencia política por razón de género, comprende todas aquellas acciones u omisiones, que se dirigen a la persona en razón de su género, y que tienen un impacto diferenciado ante las demás personas, afectándolas (o) desproporcionadamente, menoscabando o anulando sus derechos político-electorales.

Lo anterior, aplica por el desagradable comentario y/o insinuación, de que una supuesta relación personal fue determinante para la asignación de una candidatura. Esto en detrimento de las capacidades, cualidades, liderazgo y otras virtudes de la mujer que aspira a tener un cargo de elección popular.

Resulta poco entendible, como dentro de la algarabía de una campaña un hombre se atreve a denigrar a una mujer de esa manera. Tal parece que en el universo de Damián Sosa, las mujeres solo pueden tener responsabilidades si son pareja de una u otra persona.

Las implicaciones legales vendrán en adelante, pero desde ahora ya está el juicio de las personas que no les parece afortunado un comentario de esta naturaleza.

Vale la pena decir que dentro de las campañas, el nivel del lenguaje se eleva y termina –en algunos casos– rebasando las fronteras del respeto. Al cabo del tiempo, los dichos se olvidan y los políticos vuelven hacer sus acuerdos.

Hay que recordar la máxima que en política tu adversario de hoy puede ser tu aliado de mañana. De tal suerte, que muchos dedicados a esa actividad se toman las cosas a la ligera y utilizan el razonamiento que en campaña todo se vale.

Puede ser que ese pensamiento pragmático se sostenga en algunos sectores. Pero si deseamos una sociedad con otros valores, debería de cambiar la forma de hacer política. Ya basta de denigrarse en tiempos electorales y reconciliarse en el ejercicio del poder.

Vale la pena dignificar esa materia. Se entiende bien que la lucha por el poder suele ser complicada, pero si un personaje está acostumbrado a decir de todo, a inventar mentiras, a calumniar sin recato y sin medida, seguramente será un mal representante popular.

Mas allá de la ética y la moral, lo que debe transmitir un candidato es integridad y confianza. Y por lo visto, la opción para el senado del partido del Trabajo en Hidalgo, carece de esos valores. Aunque en medios digitales publique mensajes contrarios a sus pensamientos.

En su página de Facebook es posible leer: “agradecemos profundamente a cada una de las mujeres del encuentro su participación activa y sus valiosas propuestas. Sabemos que sus voces son cruciales en la toma de decisiones para construir comunidades más justas y equitativas”; lo anterior, relativo a un evento que tuvo el pasado 09 de mayo. Qué lástima que su actuar y pensamiento diste mucho de lo que se puede ver en sus publicaciones de redes sociales.

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