T ras cuatro meses de su contundente victoria electoral, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo ha asumido la titularidad del Poder Ejecutivo, y lo hace en medio de un escenario propicio, para que su proyecto de país comience a tomar forma sin ningún tipo de obstáculos.
Claudia Sheinbaum ostenta un poder de enorme magnitud, que la hará directamente responsable del fracaso o éxito de sus políticas, lo que le supone una ventaja y a la vez, una presión con la que su antecesor no tuvo que lidiar.
Especialmente existen tres temas en los que su administración está obligada a conseguir resultados favorables en un corto periodo de tiempo, si es que quiere conservar la legitimidad que le confiere ser la sucesora de AMLO.
El primer tema en el que Claudia Sheinbaum debe implementar una estrategia eficaz e inevitablemente contraria a la de López Obrador, es en materia de seguridad pública. Con más de 200 mil homicidios en el sexenio pasado, insistir en la estrategia de seguridad impúdica de López Obrador, sería un error garrafal por parte de Claudia Sheinbaum, por lo que el combate al crimen organizado debe ser frontal e implacable, sin espacio alguno para dogmatismos.
El segundo tema apremiante es el sector salud, donde la implementación de un modelo logístico que dé respuesta a la carencia de medicinas e insumos, que aquejan a los hospitales y centros de salud de todo el país, desde hace seis años es impostergable. Insistir en la retórica triunfalista a la que recurrió AMLO y las comparaciones con Dinamarca, ya no serán vistas con humor y serán inadmisibles para la ciudadanía.
Por último, mantener la unión dentro de la 4T, será la tercera labor titánica a la que hará frente Sheinbaum, quien de momento no es percibida como el ente unificador que representaba AMLO para el resto de los líderes de la 4T, y las diferencias ya presentes en el movimiento, se irán acentuando a lo largo del sexenio, por lo que su labor de cohesión se percibe difícil y constante.
Sheinbaum tiene carta libre para moldear al país según sus ideales, por lo que es obligación del pueblo de México, ser especialmente crítico con la toma de decisiones de la nueva Mandataria.