Esta semana denominada como Semana Santa o Semana Mayor, es sin duda una época de gran reflexión no solamente para los cristianos, sino para todas las personas que durante estos días los ocupan para estar en familia.
Me parece que es imprescindible no establecer un punto respecto del proceso que se reflexiona estos días.
En primer momento, es importante resaltar la necesidad de procesos justos y transparentes para evitar injusticias puesto que, si algo ha quedado claro a lo largo de la historia, es que Jesucristo siendo inocente fue condenado por culpa de una muchedumbre que no compartía sus ideas.
En segundo punto, la necesidad no solo de jueces justos sino valientes, que viendo una atrocidad tengan el valor de detenerla, aún por encima del miedo a la sociedad, dado que aquel que se lavó las manos, estaba seguro que la sentencia era injusta y que la condena no debía existir. Sabía que se condenaba a un inocente y pretendió lavarse las manos, de un acto que era su obligación evitar.
En tercer punto, como sociedad debemos respetar los derechos de las personas y evitar dejarnos llevar por la mala fe de la sociedad, guiarnos por la justicia y pelear por los derechos de las personas.
Sin embargo, es triste que aún en nuestros días, los procesos constituyan violaciones a los derechos de las personas y estos no solo no garantizan justicia, sino que en gran medida permanecen siendo una serie de violaciones hacia la población.
En ese mismo sentido, aún los jueces temen las represalias de una sociedad, que sedienta de justicia hoy castiga tanto a un culpable como a un inocente y aquel que debiera evitarlo, pareciera que hoy como en aquel momento bíblico, también pretenden lavarse las manos de la injusticia que permite.
La sociedad no puede lavarse las manos. Debe trabajar cada día por garantizar los derechos de todos y cada uno de los miembros de la misma.
juanfer_lm@jfg