Antes de compartir con ustedes mi colaboración semanal, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a mi casa editorial Ruta, así como a todos mis compañeros de trabajo, amigos, conocidos y no conocidos, que tuvieron a bien, brindarme palabras de aliento y pésame por el fallecimiento de mi amado padre, acaecido el pasado jueves. Las muestras de cariño se quedan en mi corazón y el de mi familia.
Todos en algún momento de nuestra vida tenemos la necesidad de dar y recibir un abrazo para estar bien con nosotros, sentir apoyo, felicidad y amor.
Sin embargo, se ha demostrado que lo benéfico de un abrazo va más allá de las emociones e influye directamente en nuestra salud, sin importar la edad en que nos encontremos.
Ejemplo de ello es que diversos estudios realizados por prestigiosas universidades alrededor del mundo, han destacado que todos los seres humanos necesitamos recibir abrazos y caricias desde que nacemos, ya que el contacto físico juega un papel muy importante en el desarrollo de las neuronas y para que estas no mueran, es importante estimularlas desde que empezamos a vivir.
Pero eso no es todo. Las investigaciones también señalan que este tipo de acercamiento afectivo, determina que se pueden reducir y prevenir algunas enfermedades tanto físicas como emocionales mediante esta práctica, aunque no se determina una cifra exacta de abrazos.
Se dice que cuando abrazamos, de manera inmediata podemos liberarnos del estrés, la ansiedad, la depresión y creamos una especie de confianza en nosotros y es cuando la oxitocina, o más conocida como hormona del amor, incrementa y mejora la salud de nuestro organismo.
Gracias a los abrazos, nuestro sistema nervioso se activa, se libera la hormona oxitocina y despertamos unos mecanismos de la piel llamados corpúsculos de pacini, los cuales son los encargados de reducir la presión arterial.
Aumentan nuestro sistema inmunológico, favorecen la creación de glóbulos blancos, gracias a esto podemos prevenir muchas enfermedades y mejorar nuestras defensas cuando nos sentimos débiles, además de que mejoran nuestro estado de ánimo al elevar la serotonina.
Cuando abrazamos, se estimula el proceso de transportación del oxígeno a los tejidos y gracias a eso, nuestro cuerpo prolonga la vida plena de las células, evitando el envejecimiento y prolongando la juventud.
Esta acción ayuda al bienestar del corazón, reduce el riesgo de padecer demencia senil, nos genera confianza, seguridad, favorece la comunicación, eleva la autoestima, además de hacernos sentir amados y especiales, sobre todo en épocas difíciles, de las cuales, ninguno estamos exentos, así que, hay que practicarlo todos los días, es por Salud y Más… hasta la próxim@.