Llegaron las benditas lluvias a este valle de Tulancingo, con estas, los campos y cerros que lo circundan se pintaron de verde color que tranquiliza la mente y el ánimo de muchos, por fin después de años de sequía los aguaceros trajeron alegría sobre todo al campesino.
No faltaron los descontentos “la lluvia ocasiona muchas catástrofes e inundaciones”; “la lluvia espanta a los clientes (afirma un comerciante)”. En el servicio meteorológico, los avisos sobre el estado del tiempo se expresan con las siguientes frases “Buenas noticias habrá tiempo estable y poca probabilidad de lluvia…” Como si se invocara a la sequía, como si se ignorara que la falta de agua nos está llevando a una calamidad mayor.
No se debe culpar a la naturaleza de los desastres ya que esta se manda por las leyes que rigen el buen funcionamiento del planeta, sin embargo son los seres humanos los que no respetan y dañan la Tierra, que da vida y sustento.
El Valle de Tulancingo es vulnerable a las inundaciones y como se ha comentado anteriormente, la falta de planeación urbana y la destrucción del suelo, así como la tala del arbolado en áreas rurales, provoca el estancamiento del agua y en otros casos el arrastre de piedras y lodo que azolvan los causes y presas.
El año de 1888 ha sido considerado como uno de los años más lluviosos en la historia de nuestro país. Hace 75 años el profesor protozoólogo y distinguido naturalista Enrique Beltrán describe lo que parece ser un año muy lluvioso 1946 en México
“La tragedia que ha llevado ruina y desolación a muchos sitios de nuestra patria y que pone negros nubarrones de justificada preocupación para el futuro de justificada preocupación para el futuro, nos ofrece, desgraciadamente, un argumento más para apoyar cuanto hemos expresado en relación a la necesidad que tenemos de proteger nuestros recursos naturales.
Por semanas enteras del Pacífico hasta el Golfo de la frontera norte a la frontera sur, las lluvias cayeron incesantemente sobre grandes extensiones… El agua es la fuente de toda vida, y que el agricultor espera con ansia incontenible para fecundar sus sembrados, puede también ser arma de destrucción más potente que cualquiera de las inventadas por el hombre, en su afán suicida de destruir a sus semejantes… y ser destruido por ellos…” Enrique Beltrán, Los Recursos Naturales de México y su Conservación.
Ante esta situación el maestro propone las siguientes acciones.
“Tenemos pues la obligación de trabajar: trabajar incesantemente con alto sentido social… Pero al mismo tiempo debemos analizar la situación y buscar las causas que hayan podido acarrear estos desastres y tratar si es que está en nuestras manos, de evitar que puedan repetirse en el futuro…” 1946
Debemos estar alertas y prevenidos para evitar los daños que estos fenómenos puedan causarnos, Evitar asentarse en zonas que regularmente se inundan como las planicies, donde no hay salida del agua, junto a las lagunas o causes de los ríos. En laderas muy pronunciadas de los cerros para evitar los terribles deslizamientosde tierra. MAS VALE PREVENIR.
Hasta el próximo viernes