Hemos llegado a la recta final del 2024. Es decir, al mes de diciembre que a su vez inicia oficialmente la temporada navideña.
En los negocios y algunos hogares ya se pueden apreciar las decoraciones llenas de luces, escarchas y demás; y en las calles, principalmente por la noche, se disfruta del aroma a ponche que tanto me gusta y que combina perfecto con el ambiente, porque a partir de ahora y durante los siguientes días continuaremos con las bajas temperaturas de mucho frío.
Además de eso, una de las características principales de estas fechas, son las plazas de la ciudad que se van transformando y llenando de puestos ambulantes, que ofertan en su mayoría adornos navideños. Y al conjunto de este tipo de puestos se le conoce como “Mercado Navideño”.
Los primeros “mercados navideños”, surgieron en Europa durante la Época Medieval y aunque no se enfocaban precisamente a la celebración navideña, se trataba de un mercado de invierno, donde los artesanos locales vendían sus productos, esto es desde cerámica y madera hasta panadería, carne y golosinas. Además de bebidas alcohólicas que por supuesto en ningún lado pueden faltar.
El llamado “Striezelmarkt” en la ciudad de Dresde, Alemania, es considerado como uno de los primeros “mercados navideños”. En el acervo histórico se conservan varias fotografías y relatos que lo confirman y en su traducción al español, sería como “mercado callejero”, ya que “striezel” es “sinvergüenza” y “markt” mercado.
Posterior a este primer mercado, durante el siglo XIX en la ciudad de Berlín, Alemania, hubo un crecimiento desenfrenado, esto fue porque donde se contabilizaban aproximadamente 300 puestos por el consumo de la clase trabajadora, con la llegada de la Revolución Industrial llegó a incrementar a los casi 700 puestos, en muy poco tiempo.
Evidentemente, la élite urbana siempre se opuso por invasión de espacio, calidad de productos e higiene, entre otras cosas, pero las ventas siempre fueron muy provechosas. De hecho, esa oposición cultural en la actualidad y en todo el mundo, sigue por igual.
Curiosamente, cuando Hitler llegó al poder y se convirtió en Canciller en 1933, su partido se encargó de transformar la Navidad, en una fiesta religiosa dedicada a la paz, la convivencia familiar y la conservación de una herencia nacionalista. Con ello, los mercados navideños, además de brindar todo lo mencionado anteriormente, se enfocaron en la propaganda de su partido mediante imágenes nazis, calendarios de adviento y villancicos como “Noche de Paz”.
¿Quién diría que celebraríamos la Navidad de esta manera tan pacífica, gracias a Adolfo Hitler?
En fin, poco después de la guerra, se empezaron a estandarizar los adornos navideños en cada uno de los puestos de los mercados, que además incluían juguetes y comida de invierno. Esto último, muy típico de encontrar en los países europeos, porque lo consumen para soportar los fríos del invierno. Algunos ejemplos de la comida tradicional son las sopas, panes, vino caliente y dulces tradicionales, aunque en cada país va cambiando.
Por ejemplo, en Francia se consumen también diferentes quesos y la “Raclette”, mientras que en Bélgica se agregan las papas fritas, los “waffles” y chocolate caliente, mismos que pueden apreciar en la foto que acompaña el texto, que corresponde a mi última visita al mercado navideño de Bruselas.
En pocas palabras, los “mercados navideños” han ayudado indiscutiblemente a la economía de cada país, que simultáneamente levantan el ánimo de los ciudadanos. Es por eso por lo que su modelo ha sido copiado y adaptado a las diferentes necesidades de los diferentes países, en el cual se incluye el nuestro.
A pesar de ello, mucha gente aún procura estas fiestas decembrinas para viajar a Europa Occidental y visitar los “mercados navideños” tradicionales, pero “ojo” yo lo recomiendo únicamente para las personas amantes del frío, de lo contrario debo confesarte que no lo podrás soportarlo.

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