El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, mejor conocido por su acrónimo AIFA, está ubicado a 50 km al norte de la Ciudad de México en Zumpango, Estado de México y a 63 km del suroeste de la capital hidalguense.
Desde su presentación en 2019 como “proyecto nuevo aeropuerto” hasta meses después de su inauguración en el 2022, el espacio aéreo continuamente estuvo llenó de controversias y escepticismo, debido principalmente, a los opositores del mandatario Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, ya trascurridos dos años desde su inauguración, las opiniones de los visitantes tanto en redes sociales como en páginas oficiales, han sido muy variadas por lo que induce al público en general la curiosidad para visitarlo.
El mes pasado tuve por primera vez la oportunidad de visitar las instalaciones de dicho aeropuerto y me llevé una gran sorpresa.
Pero antes de continuar, es destacable mencionar que mi opinión y su funcionalidad está basada únicamente en mi experiencia en los servicios turísticos, así como en mi afición de viajera frecuente.
Para comenzar, el destino final de mi viaje fue la ciudad de Monterrey, en Nuevo León y a pesar de que la forma más rápida para trasladarse hacia el norte del país es vía aérea, siempre he considerado inconveniente el traslado desde mi lugar de residencia hacia el aeropuerto; porque si vives en Cuautepec y sus alrededores, el tiempo de traslado entre municipio-aeropuerto, es más tardado que realmente el vuelo, de tal manera que siempre debes viajar con horas de anticipación.
Para aprovechar el largo viaje en esta ocasión, decidimos salir del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en vez del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM).
La primera buena impresión de esto, fue desde el momento de la compra en línea de los boletos de avión, porque realmente existe una diferencia de precios que oscilan entre un 30% más baratos en el AIFA que en el AICM. Lo mismo sucede con la tarifa aeroportuaria (TUA).
El segundo impacto fue el traslado. Si viajas en autobús directo hacia el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la duración aproximada es de dos horas dependiendo del flujo del tráfico, por el contrario, hacia el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles que solo es una hora y media de viaje, sin preocupaciones de tráfico y pagando la mitad del precio. Así que en la parte económica vamos bien.
Algo también destacable son las instalaciones. Es un aeropuerto relativamente nuevo, lo sé, pero desde el estacionamiento o la parte donde te deja el autobús hasta la última puerta donde abordarás el avión, todo está perfectamente iluminado y limpio.
Al llegar te encuentras con el mirador de 360° al aire libre que, si eres amante de la fotografía, seguro podrás aprovechar minutos antes de tomar el vuelo. Además, en el interior tiene exposiciones temporales tanto en la planta alta como baja, diversas áreas de comida, cajeros automáticos, módulos de información turística y servicio de internet inalámbrico gratuito.
Otra cosa excepcional son las temáticas que se manejan en los servicios sanitarios. La primera parte son imágenes alusivas a los juguetes tradicionales mexicanos, la segunda parte, después de la inspección de equipaje, está dedicado al cine de oro mexicano. Las imágenes son grandes y llamativas que si tienes tiempo libre te dan ganas de hacer el tour de sanitarios.
El último aspecto valioso por mencionar, sería el capital humano. Un lugar, ya sea grande o pequeño, público o privado, debe contar con un personal eficiente y cortés. La actitud de servicio es una de las características principales en el sector turístico, que por desgracia muchas veces olvidamos o dejamos a un lado.
Así que si llegas a un lugar donde te reciben con un saludo, te asesoran correctamente sobre la información solicitada y además te brindan una sincera sonrisa, debe ser el sitio correcto.
Posiblemente, la única parte mala que yo percibí en esta reciente visita, fue la falta de señalamientos desde el estacionamiento hacia la terminal. La distancia es menos de 100 metros, pero como pasas por la parte del mirador que está al aire libre y diversos niveles, si vas distraído podrías perderte entre los elevadores. Lo comento porque eso fue lo que me pasó.
Por último, el tránsito de personas es menor, por lo que el ambiente es más tranquilo, pero no más rápido, es decir, que el tiempo de documentación, inspección de equipaje y anexos, sigue siendo el convencional como en otros aeropuertos. En cuanto a los vuelos, los que tome de ida y vuelta, tuvieron una ocupación de no más del 80% y considero que las instalaciones realmente tienen la capacidad para integrar a más aerolíneas y más vuelos, que a su vez se aprovecharía para introducir más servicios.
Así que nada, si se encuentran dentro del Valle de Tulancingo o Pachuca y sus alrededores, les recomiendo 100% la experiencia de viaje a través de este nuevo aeropuerto, ya que ofrece ciertas ventajas económicas, de diferenciación y enfoque. Además, no está de más intentarlo como algo nuevo, simplemente por la experiencia.

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