Esta semana se lleva a cabo en México la cumbre de líderes de América del Norte con la participación de los mandatarios de Estados Unidos, Joe Biden, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, como anfitrión.

Los tres países van a discutir diversos temas de política exterior, que involucran a la región; entre ellos, según dijo la Cancillería mexicana, diversidad; equidad e inclusión; medio ambiente y cambio climático; competitividad con el resto del mundo; migración y desarrollo; salud, y seguridad.

Aunque hay que decir, que el orden de prioridades no es el mismo para los participantes. En particular, el asunto migratorio parece más importante para México por los flujos que se han intensificado en los últimos meses en la frontera norte.

Y aunque Estados Unidos anunció en la última semana, un programa de visados humanitarios para migrantes procedentes de Venezuela, Cuba, Nicaragua o Haití, la medida apenas es un pequeño remedio ante la saturación de la frontera entre México y Estados Unidos.

Esta situación, incluso, ha sido calificada como de emergencia en las ciudades fronterizas ante la continua llegada de miles de refugiados. Es cierto que la Administración de Biden, ha mostrado interés en atender la situación e incluso ha organizado una visita del presidente estadounidense a la frontera, en la ciudad de El Paso (Texas).

Pero los esfuerzos no han sido suficientes. En México continúa creciendo el paso de migrantes en la frontera sur, aunque entrega permisos temporales de refugiados a algunos afortunados que buscan llegar a EE UU.

El tema seguridad también tiene nivel prioritario. De hecho, se trata de un asunto fundamental en la relación entre los tres países. Todos los socios han mostrado su preocupación por la situación de violencia que desde hace más de una década se ha presentado en México.

En los últimos años, este país y Estados Unidos se han sentado a discutir sobre cómo abordar la situación: en octubre de 2021 firmaron el Entendimiento Bicentenario, un acuerdo diseñado para abordar la seguridad a través de distintas perspectivas. Entre las acciones que los gobiernos buscan reforzar están la seguridad en la frontera, el tráfico de drogas sintéticas y la administración de justicia para los miembros de los cárteles de la droga.

Quizá por ello, López Obrador en una maniobra elaborada con el suficiente tacto político, decidió dar un duro golpe al narcotráfico con la captura de Ovidio Guzmán hijo del Chapo, conocido capo mexicano que está siendo juzgado en Estados Unidos.

No hay que olvidar que los tres países se encuentran en consultas por el tratado de libre comercio (TMEC), después de que EE UU señalara que la política energética de México iba contra las medidas de competencia del acuerdo comercial.

En este particular, López Obrador ha pugnado por limitar la participación de las compañías extranjeras en el mercado energético en México, lo que ha desatado las quejas de los otros dos socios. El asunto está pendiente de resolverse.

Aunque el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dijo a Reuters en los últimos días que estaba dispuesto a abordar el tema para insistir con López Obrador en la importancia de las inversiones en el sector para los tres países.

Todo apunta a que la cumbre tendrá un desarrollo complejo. Los intereses son variados y los mandatarios defenderán su postura ideológica, económica y política. Veremos en la suma final quien podría ser el más favorecido.

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