Ni Trump
se entiende
Tratar de dar una opinión en torno a las barbaridades que a diario expone el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sería tanto como caer en bravuconadas de un personaje que, desde el inicio de su administración, no ha hecho otra cosa que lanzar e incluso romper relaciones, tanto con quienes se supone son sus aliados, como quienes son sus enemigos declarados.
Enumerar las amenazas del empresario republicano prácticamente es imposible, si no cómo entender sus epítetos que una y otra vez, lanza contra Canadá y México, que se supone, son sus mejores aliados comerciales.
Por ello, a todo mundo lo mantiene bajo la incertidumbre, pues con sus amenazas mañaneras, de verdad ya no sabemos si para 2026 va a continuar el tratado comercial entre las tres naciones más fuertes de América del Norte, pues en uno de sus arranques va a seguir como buscar anexarse a Estados Unidos como el estado 51 de EU, apoderarse del Canal de Panamá o tonterías como rebautizar al Golfo de México, con el nombre de Golfo de América.
Mientras, no capta que si impone aranceles a sus aliados del TMEC, las partes más perjudicadas serán las entidades del vecino país del norte que dan miles de trabajos a gringos, latinos y braceros que han llegado allá en busca del sueño americano, lo cual podría devenir en pesadilla con el arribo de tantos mandatarios populistas ligados a la derecha.
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Cómo siempre,
solo ve la paja ajena
En contraparte, claridoso como es, Donald Trump, en entrevista con la periodista norteamericana, Bárbara Walters, acaba de manifestar que el levantamiento de un muro total en su frontera sur, primordialmente, lo hace con la idea de que no ingresen a la vecina Nación del Norte más indocumentados, vengan de donde vengan, pero especialmente de México, ya que en sus maquiavélicos pensamientos, asegura que son gente que han sacado de reclusorios e incluso de hospitales con problemas mentales.
Y de eso culpa a los gobiernos de los países de dónde salen los braceros, aduciendo que lo hacen por las condiciones de pobreza y falta de oportunidades en sus lugares de origen, en lo cual, hay que reconocer tiene algo o mucho de razón al denunciarlo.
Cómo ejemplo de su punto de vista, Trump cita a México, al exponer que aquí solo hay dos clases sociales.
Una compuesta por el 7 por ciento de personas que viven en la opulencia -políticos y empresarios- con fincas y mansiones en Nueva York, Florida y diversos lugares paradisiacos de Europa, mientras el restante 93 por ciento del pueblo, sobrevive con los salarios por debajo de lo que un trabajador gana en otras naciones, además de contar con no buenas prestaciones sociales.
Y termina exponiendo que no entiende como México, siendo la quinta potencia petrolera en el mundo, tiene una de las gasolinas más caras del planeta, lo que conlleva a qué tengamos que pagar bienes y servicios más caros.
Al Cuauh no se
le quita lo bravo
Primero se hizo famoso por sus dotes de pegarle de patadas a una pelota, aprendidas en barrios de la otrora tranquila Ciudad de México, lo que le sirvió al América para presentarlo como un ejemplo de superación de parte de chamacos surgidos de las clases más desprotegidas, que incluso han llegado a ser considerados “héroes” aun cuando nunca han contribuido a que nuestra “gloriosa” selección nacional de fútbol, haya ganado algún torneo importante.
Hablamos de Cuauhtémoc Blanco Bravo, quien gracias a la fama hilada por Televisa, aunque usted no lo crea, llegó a gobernador de Morelos, de dónde salió mal parado porque no le salen las cuentas de su administración y “gracias” a su brillante carrera, ahora es diputado federal por Morena, en dónde cobijado por su Movimiento, no puede ser juzgado, a pesar de ahora estar acusado de intento de violación, por una de sus medias hermanas.
Ante esta nueva denuncia, quien se ha ganado la admiración de sus correligionarios por llevarles tacos al pastor los días de sesiones, ahora se le ocurrió presentar una iniciativa ante este cuerpo Legislativo, para según él, defender a los hombres cuando los señalan de infundios las mujeres, como asegura le acontece ahora.
Cosa vederes, Sancho, decía Don Quijote para expresar sorpresa o perplejidad.