La ofrenda o altar, es un elemento fundamental en la conmemoración de los días de Todos Santos y Fieles Difuntos.
Por indicaciones de Yolanda Magaldi Rivera, presidenta del Sistema DIF Tulancingo, se instaló una ofrenda de siete niveles, a la entrada de la presidencia municipal.
En la colocación del altar, participaron directoras y maestros de los Centros de Asistencia Infantil Comunitarios (CAICs), de Francisco I Madero y Juárez, encabezados por María Magdalena Gómez Vera y Eunice Atilano Hernández, respectivamente.
De igual forma, apoyó personal del organismo asistencial, representado por Juana Cruz Islas, quien manifestó que fue un trabajo en equipo, donde todos se unieron para preservar esta bella tradición mexicana.
Sobre el tema, las encargadas de los CAICs, indicaron que los siete niveles de la ofrenda simbolizan los pasos necesarios para que el difunto llegué al cielo y descanse en paz.
Se complementa con agua, sal, velas y veladoras, incienso, el tradicional pan, licor, el retrato de las personas que se han adelantado en el viaje eterno y las infaltables flores, destacando la de cempasúchitl.
El agua se considera la fuente de vida; asimismo, se ofrece a las ánimas para que satisfagan su sed, después de su recorrido, la sal, sirve como un elemento de purificación y ayuda a que los cuerpos no se corrompan durante el viaje.
En tanto, las velas y veladoras con la flama que producen generan “Luz”, “Fe” y “Esperanza”, y son guías para que no se pierdan durante su visita, mientras que el copal e incienso se utiliza para limpiar los lugares, dónde se coloca la ofrenda y así el alma pueda entrar sin ningún problema.
Las infaltables flores, son símbolo de festividad y agregan un toque de ánimo a la ofrenda, se acostumbra poner pétalos en el piso formando un camino que sirve como guía para las almas, el pan, el licor para que recuerden los acontecimientos agradables vividos.
Con el retrato de la persona, se da entender que al ser querido se le puede ver, pero ya no existe y las calaveras de azúcar, hacen alusión a la muerte