Este año la celebración de Noche Buena, Navidad y Año Nuevo, estará inmersa en el temor, la nostalgia y la incertidumbre, debido a los efectos de la pandemia por Covid-19.
Incluso, en la Primera Guerra Mundial, en 1914 soldados franceses, británicos y alemanes hicieron un paréntesis durante la Noche Buena y Navidad, para brindar, darse un abrazo e intercambiar suvenires.
Ahora, el panorama es diferente. Pero en medio de esta adversidad y a la espera de que el destino de la humanidad sea más halagador, hay quienes hacen honor al espíritu navideño para que esta tradición no decaiga.
Caso concreto, la familia Ramos Franco, que desde el 1 de diciembre, se dio a la tarea de colocar el árbol de navidad y anteriormente darle vida al nacimiento en un espacio de 5 por 4 metros cuadrados.
Paz Araceli, esta tradición la llevan a cabo desde hace 50 años, por lo que tres generaciones han tenido esta encomienda que une a todos los integrantes de la familia.
“Cada uno tiene una encomienda; algunos colocan el pesebre, granjas y hasta el detalle del camino que lleva a Belén y la estrella que guío a los Reyes Magos, al lugar del nacimiento del Niño Jesús.
En este lugar, se conjugan las representaciones del pueblo judío y el toque tradicional mexicano, con los “pastorcitos” que también van a adorar al Mesías.
También se pueden apreciar paisajes y pueblos nevados, que quizás solo existen en la imaginación de los integrantes de la familia que a detalle colocan las casas, las áreas blancas y hasta un trenecito eléctrico, el cual entretiene a chicos y a grandes

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