Una de las políticas más criticadas por el nuevo gobierno de nuestro país, es cancelar la nacionalidad por nacimiento.
En tal sentido, cada nación impone normas para otorgar la nacionalidad como el nuestro que es más flexible, estableciendo el derecho a la nacionalidad incluso por linaje, es decir por ser hijo de padre o madre mexicana.
En cambio, existen otros países donde las normas son más exigentes como Estados Unidos, que establecía el requisito de nacimiento para tener nacionalidad y aun mucho más, aquello que se requiere ser hijo de padre o madre nacional y nacer en dicho lugar.
No obstante, bajo la nueva tendencia de la universalidad de los derechos humanos, la idea de la diferencia por nacionalidad ha comenzado ha configurarse como arcaica en la teoría, aunque en la práctica tristemente no lo sea.
En tal sentido, aquello que pretende el nuevo gobierno norteamericano es evitar que tanto los inmigrantes como sus hijos, adquieran derechos puesto que si bien los menores por nacimiento, ya serían norteamericanos con todos sus derechos, entre ellos se encuentra tener una familia, motivo por el cual la extradición de sus padres es un caso complejo.
En segundo lugar, ello crea la necesidad de generar mayores derechos para un mayor grupo de población, que votara por el derecho de sus familiares, lo cual es parte de la democracia y de una sociedad libre.
No obstante, ello violenta derechos ya adquiridos y por supuesto transgrede derechos a la igualdad, motivo por el cual aun no se ha determinado si es constitucionalmente valida o no, pero si se ha detenido para no causar un daño de imposible reparación, hasta en tanto se resuelva la controversia.
Lo anterior en virtud de que diversos estados de EU, han decidido defender los derechos de las personas, lo cual debe de ser aplaudido porque no existe mayor dignidad de una autoridad, que garantizar los derechos de las personas.
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