¡Y de un abrir y cerrar de ojos hemos llegado al final del semestre!
Para los que están familiarizados con la docencia o con los tiempos de la Secretaría de Educación Pública en México, saben que oficialmente hemos llegado a las vacaciones de invierno; pero antes de hablar de las cosas que haremos o los lugares que visitaremos, narraré en retrospectiva mi trabajo de este último mes escolar.
Como bien saben, debido a los textos que he compartido con ustedes en estos últimos tres años, desde los 11 años me dedico a las danzas tradicionales mexicanas. Desde muy pequeña inicié como bailarina y ahora, además de bailar, la practico también como docente. Y este último mes me he encargado de fomentar la pasión de esta disciplina artística, de la manera más tradicional posible. Permítanme explicarles…
Ante todo, considero que tanto la danza, la actividad física y cualquier otra disciplina artística, son imperativas en la formación del ser humano; primero porque con ellas nos volvemos creativos, conscientes y pasionales, y como resultado nos convertimos en personas más auténticas y vivaces.
Dicho en otras palabras, tener el cuerpo y la mente ocupados nos ayudan a tener una mayor energía positiva y ser más productivos. Es por eso que en las escuelas, transmitir a los alumnos la importancia de las festividades tradicionales, fortalece su identidad y genera un sentimiento de pertenencia.
Tal es el caso con las “Fiestas Patrias”, “Día de muertos” y por supuesto las “Fiestas Decembrinas”. Y aunque muchas veces, la influencia de otros países llega a modificar la manera de como vamos a celebrarlo, es fundamental reforzar nuestra cultura.
Las fiestas decembrinas son de las más populares en México, porque abarcan desde la celebración de la Virgen de Guadalupe, las posadas y la Nochebuena hasta el Año nuevo y los Reyes magos, que culminamos con la “tamaliza” en el día de la Candelaria; pero la mitad de estas fechas quedan fuera del periodo de clases, entonces para conmemorarlo, llevamos a cabo los festivales navideños.
El pasado jueves 14 de diciembre, se celebró el festival navideño en el Colegio Jorge Berganza de Tulancingo, del cual soy encargada del taller de baile en los niveles de preescolar, primaria baja y secundaria. Este tipo de festivales se caracterizan por las representaciones de pastorelas, tradicionales o cómicas, bailes contemporáneos y villancicos, pero ¿qué más podemos ofrecer al público espectador?
Para salir un poco de lo cotidiano, y dentro de mi compromiso de preservar las tradiciones con los alumnos de una manera práctica y divertida, en esta ocasión me di a la tarea de celebrar una “Navidad totalmente mexicana”, es decir, dejamos a un lado “jingle bells” y “el burrito sabanero”, para introducir el maravilloso folklore mexicano navideño.
El primer número fue con los pequeñuelos de segundo grado de preescolar, que caracterizados de vírgenes, ángeles y pastores, iniciaron un baile con movimientos de coordinación y estiramiento, seguido por los alumnos del tercer grado que bailaron música regional mexicana del bajío, esto porque durante clases trabajé con su imaginación de saber como sería un “Santa Claus mexicano” y lo describieron perfectamente con botas, sombrero y una panza grande de comer muchas enchiladas y tacos al pastor.
En primaria baja solo tuve una participación con los alumnos de primer grado, y como ellos son muy dinámicos, su presentación fue basada en expresión corporal, secuencias y simetría.
Para el nivel de secundaria, la exigencia escénica fue más notoria. De inicio, tuvimos una representación de ángeles y diablos muy al estilo de la Costa chica de los estados de Oaxaca y Guerrero. Esta representación del bien y el mal, la obediencia y la rebeldía, lo real y lo imaginario fue a cargo de los más pequeños y traviesos del grado de secundaria. Su técnica con el zapateado apenas inicia.
Posteriormente, hicimos mención del árbol de navidad con la tradicional rama veracruzana acompañada de un popurrí de sones jarochos. Estos sones se caracterizan por la alegría de la melodía, pero también por la elegancia en los zapateados y el porte masculino, además de la coordinación entre faldeos, equilibrio y la gracia femenina que se decora con flores y mucha joyería. Este cuadro fue perfectamente interpretado por los alumnos del tercer grado de los cuales les comparto esta foto.
El último baile fue a cargo de los alumnos de segundo grado. Como nos encontramos dentro de la región huasteca, para esta interpretación, se fusionó la música tradicional de banda, implementado el estilo y la indumentaria de unos de los huapangos más representativos de la República Mexicana: el huapango potosino.
Y de haber tenido más tiempo, me hubiera encantado representar al resto de los estados de la república mexicana, porque nuestro folklore es basto y hermoso. Pero creo que con este espectáculo de una navidad mexicana, logramos concientizar a los alumnos sobre el valor de nuestras tradiciones y sobre la importancia de su presencia y participación. La Navidad representa armonía.
Y después de toda la magia escolar producida, ahora si cuéntenme ¿dónde pasarán la navidad?

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