Desde hace algunos años, con mayor énfasis a partir de 1994, las encuestadoras empezaron a medir los niveles de aprobación de los presidentes de México. Ese indicador, que se expresa a través de una sencilla pregunta (aprueba o desaprueba el gobierno del presidente en funciones), nos ayuda a tener un referente que vale la pena reflexionar.
Tomo como referencia el portal electrónico de oráculos (https://oraculus.mx/aprobacion-presidencial/), que hace este tipo de ejercicios demoscópicos donde se puede observar que Andrés Manuel López Obrador, en el último año de su gestión tiene los mejores números respecto a sus cuatro referentes anteriores.
En este sentido, Ernesto Zedillo terminó su gobierno con una aprobación del 67%, Vicente Fox 61%, Felipe Calderón 59%, Enrique Peña Nieto 23% y López Obrador con 72%.
Cabe destacar, que los últimos tramos de gestión de un presidente suelen ser buenos. Cualquiera de los anteriores deja los proyectos de alto impacto para el final de su responsabilidad, para tener algo de influencia en la elección de su sucesor.
Cualquiera de los mencionados tuvo en la mente esa premisa, pero los problemas los rebasaron. Por ejemplo, en el caso del presidente Peña Nieto, tuvo un cierre muy desafortunado los eventos de Ayotzinapa (desaparición de 43 estudiantes de una normal en el estado de Guerrero) y el incremento en el costo de la gasolina lo dejaron en un escenario muy complejo. Tanto así que esos y otros muchos factores, pueden explicar la derrota del PRI en las urnas aquel 2018.
Por el contrario, AMLO parece cerrar con fuerza su administración y eso tendrá una consecuencia positiva en los resultados de la elección presidencial de mediados de año. Al menos, eso lo demuestran las recientes encuestas que sitúan a la candidata de morena muy por arriba de su más cercana competidora.
Si el actual mandatario se mantiene hasta el último día de su mandato con estos indicadores (72% de aprobación), sentará un precedente difícil de superar para cualquiera que ejerza esa responsabilidad en los tiempos venideros.
Cerrar con alta aprobación genera un humor social que beneficia el proyecto político del mandatario en cuestión. Por tanto, resulta peculiar que Felipe Calderón (PAN) haya terminado su responsabilidad con 59% de aprobación y en las urnas, su gobierno perdió la elección con el PRI.
En este particular, es necesario analizar otros elementos en cuanto a la decisión de los votantes para ratificar o castigar a los gobiernos. Llama poderosamente la atención que Ernesto Zedillo con 67% de aprobación, haya perdido la elección permitiendo que por primera vez se lograra la alternancia política en el país.
Por tanto, se refuerza la idea de que la aprobación puede ser solo un elemento adicional a los factores políticos y económicos, que pueden imperar en el transcurso del mandato. Pero no es determinante en la decisión electoral de los votantes.
No obstante, aun siendo un elemento que no es determinante en la toma de decisión política, siempre genera un referente para los gobiernos que se enfrentan a múltiples retos que tienen que resolver.
Aun así, el terminar el último tramo de responsabilidad muy bien evaluado es algo que cualquier político desea. Y más, cuando por desgracia se atraviesan algunos imponderables como por ejemplo la pandemia de Covid.

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