Muchas comunidades hoy padecen un problema que con el tiempo seguramente tenderá a agudizarse y es la escasez de agua.
Las razones no son menores, Hidalgo es una de las entidades federativas afectadas por estrés hídrico, debido a la demanda de agua que hay en el Valle de México. Esto significa que el agua renovable es menor a mil 700 metros cúbicos por habitante al año.
La situación empieza a ser notorio en las zonas urbanas como Pachuca, en la que es posible identificar diversos fraccionamientos, que día tras día tienen menos disponibilidad del recurso natural en sus domicilios, pero también a nivel municipal, como en el Valle del Mezquital donde ya se padece la escasez.
Mientras en algunos municipios la carencia es relativamente nueva, hay otros en los que se trata de un rezago histórico, que no ha logrado resolverse pese a que administraciones van y administraciones llegan.
Por ejemplo, Zacualtipán, que pese a que alberga a dos importantes ríos el agua se extrae por bombeo, lo que implica un gasto de 1 millón de pesos mensuales para el municipio.
El problema no es el agua, ni las fuentes para extraerla, el problema radica principalmente en la falta de infraestructura.
Como se ha argumentado desde la administración estatal, este fenómeno es multicausal, responde a la falta de mantenimiento a los pozos, los daños en el equipo, la contaminación en los numerosos pozos sin habilitar, variación del voltaje, robo de cables, fugas, clandestinaje, sabotajes y un abandono generalizado lo que ha derivado en una compleja escasez que requiere atención de los tres niveles de gobierno.
Pero además, implica a la ciudadanía, en la creación de una cultura de cuidado del agua pero además en el compromiso del sector privado para invertir en plantas tratadoras que reduzcan el consumo de agua potable.
El problema no es el agua, es el abandono y la falta de cuidado y eso nos responsabiliza a todos