Desde la época de los griegos, se debatía el papel de la información pública en las políticas. En este sentido, Platón y Aristóteles hicieron una defensa encarecida de la sociedad cerrada, al considerar que las razones y las verdades de la política, la vida pública y el Estado, solo debían ser accesibles para una clase privilegiada destinada a gobernar, y reconocían que dicho poder, se basa en el ocultamiento y la simulación.
Las ideas liberales de la Ilustración abrieron la discusión sobre la necesidad de abrir los secretos del poder al dominio público, aunque de manera limitada y gradual.
Mientras que durante el siglo XX, la aparición de la democracia moderna ha pasado por la obligación de abrir la información.
Esto viene a colación porque están a punto de cumplirse los primeros 100 días de la gestión del Gobernador Julio Menchaca y lo que se ha develado han sido precisamente las dolorosas verdades de una clase privilegiada, que durante años nos ocultó información privilegiada
Por ejemplo, que había servidores públicos con salarios millonarios que no fueron encontrados en sus áreas de adscripción, 386 vehículos a los que se les pagaba el seguro, pero que no se encuentran registrados dentro del patrimonio del Poder Ejecutivo, estafas siniestras, falta de mantenimiento a pozos, deficiencias en la infraestructura de salud, predios casi regalados, entre otras simulaciones y ocultamientos.
Lo deseable es que todas estas verdades incomodas, se sigan transparentando y que efectivamente haya sanción para quienes lleven a cabo este tipo de acciones que faltan a la transparencia y a la rendición de cuentas y que de manera efectiva, en esta nueva gestión se deje atrás la simulación en el uso de los recursos públicos, condición a la que John Rawls, denominaba un “terreno de debate y diálogo políticos”, que impone la obligación estatal de garantizar a todos un acceso a información veraz, y estimulante de la reflexión y la crítica