Sin duda alguna nuestro país ha tenido cambios trascendentes en su vida democrática, a lo largo de la vida como lo es la existencia de los denominados organismos autónomos, mismos que han comenzado ha demostrar su mayor actuación en la última época moderna de nuestra nación.
Esto no es nada extraordinario, dado que si en algo han coincidido la mayor parte de los literatos, es que ante las transiciones democráticas, emerge los órganos autónomos.
En consecuencia, parece lo más normal que ante los cambios en los gobiernos de color de manera reciente, se vuelva un actor principal en la vida pública de nuestro país, dado que desde la primera transición democrática, en el año 2000 hasta el momento, los organismos autónomos han comenzado a ocupar su lugar dentro del sistema democrático nacional.
Sin embargo, no es tarea fácil puesto que se debe de reconocer, la calidad de igualdad que tienen ante los poderes tradicionales lo que implica sin lugar a duda, que no se encuentren subordinados a ninguno de ellos. Incluso que las decisiones emergidas por los otros, no puedan ser vinculantes para ellos, puesto que se insiste, no son autoridad para ellos.
En ese mismo sentido, se debe reconocer su propia autoridad en igualdad de condiciones con el resto de los poderes, así como su propio patrimonio y la necesidad de su propio presupuesto.
De tal modo que es fundamental reconocer su autoridad, incluso sobre los otros poderes respecto de su competencia, motivo por el cual se deberán de acatar sus decisiones, aún y cuando no se este de acuerdo con dichas actuaciones puesto que, la existencia de estos poderes ajenos a los tres tradicionalmente conocidos, permite dar un paso más hacia una vida democrática, que garantice los derechos de las personas, tal y como lo hace el INAI o el INE; así como las propias universidades autónomas.