El pan de muerto en México, forma parte de la historia de la gastronomía desde la época prehispánica.
Una ofrenda similar a la actual del “Día de Muertos”, era la de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían debido al primer parto, pues se creía que rondaban por el aire y causaban enfermedades entre los niños. Por ello, les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino.
Las ofrendas consistían en panes de diversas figuras, como: mariposas o rayos hechos de amaranto y de maíz seco y tostado.
Estamos a una semana de que inicie una de las celebraciones, con más arraigo en el país, en la que el pan de muerto forma parte de la mesa en las familias, al igual que de adorno en los altares para honrar la memoria de los seres queridos.
Su sabor, es un tanto diferente al demás, quizás ligado a esta conmemoración por su fastuosidad, que generan los ingredientes y su manera de elaboración.
Su forma circular hace referencia a los ciclos de la vida y la muerte, por los que cada ser humano pasa.
Al centro del pan, la bolita simboliza el cráneo del difunto, las tiras en cruz representan los huesos con los que estamos formados, también hacen referencia a las lágrimas de quienes se nos adelantaron.
Óscar Ortega Mendoza, originario de Tlaxco, Puebla, dijo a Ruta que el pan de muerto no lleva químicos, salvo la levadura, además de que se le aplican ingredientes muy ligados a la región, como azahares y canela.
También, pueden ir adornados con figuras, como: rosarios, cruces y hasta otras que simbolizan las lágrimas.
“Durante esta temporada nos hacen pedidos, ya que el pan de esta temporada simboliza toda una tradición, por lo que nos esmeramos para que nuestro producto sea de calidad y le guste a la gente”.
El entrevistado, consideró que esta vez, seguramente, se podrá observar el deterioro económico de las familias debido a la pandemia, por lo que las ventas no serán iguales a las de otros años