Por Cristian Andrey Rangel Hernández (*)

El cierre del primer sexenio de la 4T está prácticamente a la vuelta de la esquina, y todo proyecto de transformación, conlleva un plan de acción. En el ámbito gubernamental, la materialización de las promesas y propuestas de campaña… o de transformación, requieren todo lo relacionado a la aplicación de recursos públicos, en este sentido el paquete económico es ese plan de acción necesario para lograr el objetivo de la transformación.
Pero ¿qué es el paquete económico? De manera breve, se define como el conjunto de proyectos legislativos que presenta el Ejecutivo al Poder Legislativo, durante cada año fiscal, para su análisis y aprobación, en materia de Política Hacendaria, Ingresos y Egresos; y que sirven para el funcionamiento y operación de la gestión gubernamental.
En el discurso del desarrollo de la Cuarta Transformación se menciona la necesidad de: […] una nueva visión del país, a través de proyectos y propuestas en materia económica, política, social y educativa que tienen por objeto generar políticas públicas que permitan al país romper la inercia de bajo crecimiento económico, incremento de la desigualdad social y económica y pérdida de bienestar para las familias mexicanas.
Pero… ¿cuáles han sido los resultados obtenidos? Basta con analizar lo planteado en los paquetes económicos presentados por el ejecutivo en el 2021 y 2022 donde requeríamos de presupuestos que atendieran las crisis generadas por la pandemia. Hoy necesitamos un paquete que nos permita tener un mayor crecimiento económico y progreso social. Sin embargo, la propuesta para el 2023 estima recaudar un ingreso total de 7.1 billones de pesos y un gasto neto de 8.2 billones de pesos con lo cual, se estaría dando paso a obtener el nivel de endeudamiento más alto en los últimos 10 años, 1.1 billones de pesos.
Este presupuesto continúa apostando por la política social de programas, que no han logrado su objetivo de mejorar el desarrollo social y reducir la brecha de desigualdad, esto a pesar de triplicar su valor respecto al 2018, un presupuesto que apuesta falsamente por el rubro de turismo (uno de los principales motores de crecimiento económico en el país), porque el incremento hace alusión a los proyectos de obras como el tren maya y no a acciones que incentiven este rubro, un plan que contempla un presupuesto 69% menor, respecto al 2018 en el área de la Secretaría de Desarrollo Económico, lo cual limita las líneas de acción para impulsar el crecimiento económico en el país. Un presupuesto que está proyectado con estimaciones dispares a la realidad económica mundial, donde se dejan de lado los niveles latentes de inflación y ritmo de crecimiento.
¿Demagogia o transformación? La transformación de una nación requiere de otros datos.
(*) Economista por la UAM y Maestro en Gestion Pública
cris_ranher10@outlook.com

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