Por Cristian Andrey Rangel Hernández
A partir del año 1938, el día 18 de marzo se convirtió en una fecha histórica cargada de nacionalismo para nuestro país, ya que aquel día el Presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera. Desde ese entonces, la petrolera PEMEX comenzó a avanzar en sus diferentes programas de exploración, producción, gas y refinación alcanzando el pico más alto en 1971, con el descubrimiento del yacimiento de Cantarell en donde las características del campo, su ubicación en aguas someras y el plantel de geo-científicos e ingenieros de la empresa, lograron ser referencia en el desarrollo de yacimientos similares descubiertos posteriormente en otras partes del mundo.
Después, en el año 2014 terminó un ciclo histórico de 76 años de la industria, al implementarse la reforma energética, que permitió de nuevo la participación de empresas y capitales privados nacionales e internacionales en la exploración y producción de hidrocarburos en el país, la reforma permitió la asociación con empresas para presentarse en los procesos de licitaciones así como buscar socios tecnológicos e inversionistas en tres asociaciones: una en aguas profundas y dos en campos de la región sur.
Pero con la llegada de un nuevo gobierno en el 2018, se buscó recuperar la visión nacionalista en el negocio de los hidrocarburos, echando para atrás la reforma energética del gobierno anterior y cambiando la estrategia ahora buscando fortalecer a Pemex, mediante la asignación de más recursos con el objetivo de recuperar los niveles de exploración y detener la declinación de la producción e iniciar su recuperación, al grado de incluir la construcción de una nueva refinería en Dos Bocas Veracruz.
Sin embargo, la realidad financiera y economía de PEMEX continuó a la baja al grado de que hoy la abultada deuda con sus proveedores de servicios petroleros y productores privados de crudo y gas, ha llegado a una situación crítica que realmente amenaza la producción de hidrocarburos, la inversión e, incluso, la supervivencia de empresas.
La deuda financiera asciende a más de 105 mil millones de dólares y el riesgo radica en que si se interrumpen los trabajos de exploración y extracción, y del resto de la cadena, por falta de pago a sus proveedores, será un círculo vicioso que sólo llevará a generar una crisis en el país.
Y dicha crisis, se generará porque las políticas torpes del régimen actual, obligarán a destinar más recurso del erario a la recuperación de PEMEX, cuando anteriormente, si el país necesitaba más dinero, se le exigía a la petrolera elevar la producción y venta de hidrocarburo.
¡Vaya que los tiempos han cambiado!.